lunes, 18 de mayo de 2009

Rezando

A veces, por las noches rezo
para que duela menos mi mano,
y es que sin tu piel, sin tu rostro,
mi mano ya no sabe qué acariciar...

Y me duele,
Me duele tanto,
tanto que parece que reventará
Y me persigno, y rezo,
Nunca fui creyente, pero rezo...

A veces rezo por las noches
Deseando que hayas sido un sueño,
Y, entonces, sueño, allí en soledad,
Sueño que despierto muchos años después,
Y más me duele tu partida,
Más me duele tu desprecio,
Más me molesta la sangre seca,
Cubriendo la llaga purulenta que dejaste
porque, el irte, fue arrancarme
Un pedazo de este cuerpo que era tuyo,
Un pedazo de mi alma (tu alma),
Y dejarme este muñón cansado.

Y es que, a veces, rezo deseando
nunca hayas existido, como un fantasma,
¡Pero, eso eres! Y me persigues y dueles
y eres sabia y me conoces demasiado
y sabes dónde duele y ahí es donde tocas.

Por eso, rezo sin quererlo,
En la noche, en la soledad,
Cuando todo está ya oscuro,
Rezo para que no existas,
Rezo para que no vuelvas,
Mientras me duele esta mano
que extraña tanto acariciarte.

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