lunes, 31 de mayo de 2010

Santa Paulette

El hecho de que la Procuraduría de Justicia del Estado de México haya hecho tan público el caso de la desaparición de una adorable niña que padecía una discapacidad motriz, ha provocado que todos quienes nos hemos enterado del hecho, nos hayamos convertido en jueces y partes de una maraña de mentiras y engaños y clamemos la justicia que merecemos todos.

Tras la resolución final del caso, en la cual se dice que Paulette, la dueña esa cara de ángel que inundó nuestros correos electrónicos, periódicos, redes sociales y canales de televisión, murió por un accidente y que nadie, ni sus padres, ni sus nanas, ni las doscientas personas y dos perros que entraron a su cuarto durante los nueve días que duró desaparecida, intervino de ninguna manera en su fatal desenlace, México se dividió en dos: las autoridades y prensa que tratan de convencer a un auditorio de esta idea extraña y, por demás implausible del accidente, y una sociedad que se dice ofendida por la supuesta mentira que quiere vender el mencionado primer grupo. Las personas que se han hecho hermanos, padres, padrinos o simplemente fanáticos de Paulette encuentran argumentos, razones e ideas dignas de una teoría de conspiración... y, a decir verdad, suenan más probables que el supuesto accidente que mencionan las autoridades y que periodistas de renombre se han encargado de difundir y defender.

El video que muestra cómo es encontrada la niña (esto, después de un apagón de muchas horas, en un cuarto donde se habían hecho innumerables entrevistas y en la ranura de la cama que había sido revisada, inspeccionada y tendida), es, francamente, escalofriante. Ese video es una muestra de cómo se pasan algunos estándares televisivos (como mostrar cadáveres, por el amor de Dios), para tratar de vender una idea a un pueblo dominado por los medios de comunicación. De pronto, en un espacio claramente diferente de como se había visto en videos anteriores, se alcanza a apreciar un calcetín, una piernita, una niña. Ellos, las autoridades, dicen que la niña, quien padecía una discapacidad motriz y que había sido enseñada a bajar de la cama sola, podía haber intentado hacerlo por debajo de las mantas, se había enredado en ellas y había caído en ese espacio, perdiendo toda posibilidad de moverse, gritar o salir, terminando por asfixiarse. Ante el ojo no educado, esto podría parecer como una explicación lógica para un caso extremadamente alarmante, sin embargo, es importante destacar un detalle que los medios se saltan y evitan tocar: la pequeña fue encontrada NUEVE días después de haber desaparecido de su casa.

O estamos todos tarugos, o aquí hay algo que no cuadra. Hay una parte de la historia que no funciona y es el hecho de que un cadáver huele mal al poco tiempo de perder funciones vitales (de dos a tres días, los cuerpos comienzan a oler bastante mal). Resulta de destacarse (por no decir ofensivo), que gente que admiro por su estilo, trayectoria y poder periodístico, como Denise Maerker deje de lado un punto tan importante como el hecho de que el cuerpo de Paulette Gebara Farah, al parecer, no expedía ningún olor y, tras nueve días (tras los cuales, la habitación de la niña habría sido prácticamente una cámara de gases), la gente que estaba en el departamento no fue capaz de encontrarla. Es igual de destacable el hecho de que Carlos Marín, otro periodista que leo continuamente por su manera de estudiar y manejar las noticias y que se ha convertido, junto con Carlos Lorett de Mola, en los más odiados (al estilo América), en el programa Tercer Grado, nos quiera ver la cara al decir, entre otras cosas, que los perros que entraron al departamento estaban "entrenados para localizar personas vivas, no muertas". Es, repito, ofensivo leer estas historias.

Pero, ¿por qué ha sido tan doloroso para todos el caso de Paulette? Simplemente porque los mismos medios crearon tanta expectación. Ellos mismos crearon un monstruo que no pueden ahora manejar y que le dieron un desenlace demasiado misterioso y que no convence a la opinión pública. Si fuera cualquier otra niña, cualquier otro caso, ni en cuenta; pero resultó ser este caso el que tuvieron que resolver de esa manera y, por eso, nos ha hecho, a todos, sentir impotentes, ofendidos y, hasta, desamparados. Si nosotros exigimos justicia, imagínense esa pobre niñita que se nos adelantó.

En fin, este caso me deja con dos conclusiones muy claras:

La primera es que parece ser que ningún funcionario de la Procuraduría de Justicia del Estado de México, de los organismos nacionales e internacionales que participaron, ni de los medios de comunicación han comprado nunca carne que se les pasa y ya no pueden cocinar, han estado cerca de un animal atropellado o, simplemente, han visto alguna película o programa de televisión (sería mucho pedir que leyeran al respecto, porque no son ni médicos, mucho menos forenses). Parece que nunca se han dado cuenta de que cualquier cuerpo, después de unos días, APESTA. O, ¿será que la carne que ellos compran nunca se echa a perder?

La segunda, me llega de una reflexión sobre el mismo tema. Si, después de nueve días, un cuerpo no huele, estamos ante la presencia inequívoca de un santo. Según la leyenda cristiana, el cuerpo de un santo no huele mal, ni se pudre, sino que huele a flores. Entonces, sólo señalo lo obvio: acabamos de descubrir a Santa Paulette.

Santa Paulette, patrona de los niños perdidos, las nanas que quieren más a los niños que sus propios padres y los perros sin olfato, a ti pedimos por este país que se cae a pedazos. A ti rogamos para que se reforme el sistema judicial mexicano, para que los casos como el tuyo se esclarezcan y no queden impunes. A ti, la santa de cara de ángel, rogamos para que México vaya por mejor camino, para que haya justicia y para que el país tome el rumbo que merece.

Ojalá que estas súplicas a Santa Paulette lleguen y se cumpla alguna de ellas. Ojalá este caso sirva para replantear la manera de llevar los casos y de aplicar la justicia pues, de lo contrario, su muerte habrá sido en vano.


Columna de Denise Maerker
Columna de Carlos Marín

lunes, 3 de mayo de 2010

Corazón Salvaje

No soy nada novelero. No se me hace malo ver novelas, simplemente no lo hago. Sin embargo, una nueva adaptación de una historia ya clásica de la televisión, me hizo recordar una de las pocas telenovelas que he visto en mi vida: Corazón Salvaje. Estrenada en 1993, Corazón Salvaje con Edith González y Eduardo Palomo, ha sido la versión más famosa de esta historia.

Al ver un rato de este nuevo intento de adaptación recién conlcuido con más pena que gloria, me he dado cuenta de al menos tres razones por las cuales, esta novela, comparada con la de 1993, fue un fracaso:

1. La actriz principal es Aracely Arámbula: A diferencia de Edith González, La Chule ha estado inmersa en escándalos y chismes que han manchado de cierta manera su carrera. Es imposible verla y desligarla de Miguelito, el hijo de Luis Miguel; es difícil, así, tomarla en serio (todo esto, aunado, obviamente, a sus carencias actorales).

2. El actor principal: Juan del Diablo debería ser alguien que inspire miedo, que se vea malo, macho, pirata. El nuevo personaje se ve como sacado de una revista de fisicoculturismo y más recuerda a Latin Lover que a un bucanero.

3. La más obvia e importante: La canción de la nueva versión es un verdadero himno a la cursilería, la bobería y, aún con el respeto que me merece una estrella de la talla de Chayanne, sinceramente apesta. Nada tiene qué ver con "Corazón Salvaje", tema interpretado por Mijares para la primera versión y que, para mi gusto, es la segunda mejor canción de novela, sólo después de "Nada Personal".


Dejo el link de esta obra de arte de la música para telenovela:
http://www.youtube.com/watch?v=s9MFfwl4n5A&feature=related