jueves, 8 de julio de 2010

Esférico 2010 - Parte IV. Volver con la frente marchita.

(Argentina-México)

En 2006, la Selección Mexicana llegó a octavos de final, tras ganar un partido, empatar otro y perder otro en la ronda de grupos. La llave llevó a México a enfrentarlo con Argentina. Con un equipo lleno de estrellas, como Crespo, Abbondanzieri y un muy joven Messi, la Albiceleste venció al Tri con un golazo épico en el tiempo extra de un 1-1 dramático, sufrido y muy bien jugado. Le tocó, después, a Argentina enfrentar a Alemania y perder en penaltis, con un Jens Lehmann inspirado (y preparado).

Cuatro años después, la Selección Mexicana llegó a octavos de final, tras ganar un partido, empatar otro y perder otro en la ronda de grupos. La llave llevó a México a enfretarlo una vez más con Argentina. El perfecto déjà vu para el perfecto partido. México alineó a Guardado y Chicharito en lo que pareció el mejor planteamiento de toda la Copa del Mundo y comenzó, así, el que parecía el partido para la Historia, el fin de los complejos, la salvación de las masas.

México dominó el primer lapso de partido. Salcido estrelló un tiro en el travesaño, Guardado mandó un disparo muy cerca del poste derecho del meta argentino y Hernández mandó un remate desviado. Messi, como todo el mundial, se sentía desesperado y, tras un leño por parte de Torrado, se vio muy temeroso y debajo de su nivel. Parecía que sólo era cuestión de tiempo para que México aventajara en el marcador. Sin embargo, justo como con los demás partidos del mundial, México dominó y, cuando parecía dominar más, un error gravísimo de los árbitros dio como válido un gol en clarísimo fuera de lugar. Esto terminó por desconcentrar al equipo, propiciando un error de Osorio que derivó en el segundo gol.

México no pudo reaccionar. Tévez anotó un golazo y puso el 3-0 lapidario. Aun con el gol impetuoso de Javier Hernández, México no pudo reaccionar. Perdieron como siempre. Lo malo de todo esto es que no jugaron como nunca. Su juego ya desde hace tiempo es el mismo. Muestran talento y buen manejo de balón; su técnica en cada línea es notable y cada vez hay más jugadores que debieran militar en ligas más competitivas que la mexicana. Jugaron como siempre y perdieron como siempre. A pesar de dar el paso en la forma de jugar, no dan el paso de avanzar a la siguiente fase.

Se pueden rescatar muchos aspectos muy buenos del partido: desde la determinación con la que salió Guardado a jugar, la calidad de Salcido, la garra que pone Torrado, la tranquilidad en defensa que ha brindado el Maza Rodríguez, la solidez ofensiva que ofrece Javier Hernández y la excelente disposición de Juárez y Barrera, hasta la manera en que los jugadores y el técnico afrontaron la derrota y dieron la cara a los medios. Sin embargo, como en cada partido, los errores han sido fatales para la causa tricolor.

El primer error no se dio en el partido en sí, sino desde antes: Las alineaciones poco arriesgadas de Aguirre dejaron un mal sabor de boca en toda la afición y los medios. Nadie entendió del todo por qué no había incluido a Guardado más que en dos medios tiempos durante toda la ronda de grupos y por qué si Hernández había sido el mejor anotador del proceso previo al mundial, prefirió alinear a Guillermo Franco, quien fallaba cada partido en todas las funciones que se le habían encomendado. Hernández anotó el primer gol en la victoria sobre Francia y, aún así, no fue de la confianza de Aguirre como para jugar de itular contra Uruguay. Lo de Guardado rayaba en lo grotesco. Fue, sin duda para nadie, el mejor jugador en el campo cada vez que jugaba. Andrés se animaba, corría, metía, peleaba, disparaba y, después, inevitablemente, tenía que salir ante la terquedad de un técnico que, notoriamente, tenía un problema personal con el volante del Dépor. No significa que jugando ellos se hubiera logrado ganar todos los partidos por goleada, pero siempre quedará la duda de qué habría pasado si Aguirre se hubiera arriesgado. Si se hubiera perdido arriesgando, nadie habría criticado, pero se perdió con los mismos de siempre, jugando el mismo futbol de siempre. Yo no creo, sin embargo, que lo de Bautista haya sido un error. En los 45 minutos que jugó, no desentonó con el equipo (como sí lo hicieron Blanco y Franco), luchó y generó, al menos, una jugada de peligro por una falta que le cometieron. No fue el más brillante, pero no fue el desastre que quieren convencer a todo mundo.

El segundo error no fue de los jugadores (hasta cierto punto) ni del entrenador: Los árbitros no marcaron dos fueras de lugar en una misma jugada, la cual derivó en el primer gol de los gauchos. Sin embargo, el Conejo Pérez pudo haber contenido el balón. Si bien es inadmisible este tipo de errores, fue evidente en el estadio por culpa del productor que permitió la repetición en la pantalla gigante y trae de nuevo la discusión sobre la inclusión de la tecnología en el deporte de las patadas, pudo no haber sucedido si Óscar Pérez hubiera manejado de mejor manera la jugada. Ese día fue el más negro en la historia del arbitraje de los mundiales, con un error garrafal por partido.

El tercer error fue causado por la desconcentración producto del error arbitral: Ricardo Osorio demostró una vez más que más allá de su excelente calidad como jugador, le falta carácter para enfrentar partidos de esta magnitud. Basta recordar que falló el penal decisivo en la tanda contra el mismo Argentina en la semifinal de la Copa Confederaciones de 2005 y ver de nuevo el pase para gol que le dio a Heinze para entender la afirmación anterior. Lástima, porque tiene mucha calidad, aunque su mejor tiempo ya pasó.

El cuarto error: la pésima capacidad de reacción de México. Si bien es común que domine los partidos y acabe recibiendo el primer gol, la Selección Mexicana carece de capacidad de reacción. Su excelente capacidad no es suficiente para contrarrestar los embates y el momento anímico que brinda el gol. Los partidos, cuando se van perdiendo, se debe buscar empatarlos. Pareciera que los jugadores no entendieran esto. Sólo algunos siguieron luchando sin cometer tantos errores, sin ofuscarse y con la firme convicción de cambiar el destino: Salcido, Guardado y Hernández. Y, una vez más, Guardado salió de la cancha. Giovani se perdió, pero no porque no jugara un buen partido; su función fue diferente y no lució tanto, sin embargo dio un gran partido recuperando balones y distribuyendo las jugadas.

Con estos errores, ya era demasiado tarde para lograr algo de este barco a medio hundir.

Pero, ¿Qué pasa? Porque debe haber una razón para que se repitan los fracasos cada cuatro años. Muchos medios, directivos, jugadores y demás gentes allegadas a la federación repiten una y otra vez "no es momento de señalar culpables". ¿Que no es momento dicen? Si no es ahora, ¡¿Entonces cuándo?! Cada cuatro años es lo mismo. Si no se encuentran las causas, no se pueden encontrar, tampoco, las soluciones a los problemas que enfrenta el futbol mexicano y que le han estancado en una posición poco privilegiada.

No pueden ser los jugadores, quienes representan la que quizá es la mejor selección mexicana de todos los tiempos. No puede ser el técnico que vino a salvar a la selección de quedar eliminada en el hexagonal de la débil CONCACAF. No puede ser la fiel afición que partido a partido dejan lo que sea que estén haciendo para apoyar al Tri. No puede ser esta directiva que se esfuerza porque se trabaje de la mejor manera el la Selección. No. No pueden ser ellos.

Son los jugadores displicentes que no dan todo de sí en un partido tan importante como el del 27 de junio; es ese técnico que vino, según él, a entrenar a un equipo jodido, en un país jodido, con jugadores jodidos y con un futbol, sinceramente, jodido; es (somos) esa afición que permite que su selección los (nos) defraude una y otra vez y permite (permitimos) que ese señor que se hace llamar director técnico de la Selección Nacional de México, llame jodido al país que amamos y que cualquiera de nosotros desearía representar o dirigir; es esa directiva que permite que los Hugo Sánchez, Nery Castillo, Javier Aguirre, Sven-Goran Eriksson y demás, dañen a la Selección, que acuerda juegos y publicidad sin hacer nada bueno por la parte deportiva, que contrata técnicos poco capacitados y no exige resultados... Somos todos culpables.

Los culpables de esta debacle somos todos. Si no se hace algo pronto, terminaremos por descender aún más. El tener a la generación de jugadores que se tiene y no sobresalir, no es estancarse, sino retroceder. Otras selecciones con equipos más modestos, como Corea del Sur en el 2002, Croacia en el 98, Bulgaria en el 94, Turquía en 2002, entre otros, han logrado dar el salto y México aún no. Se debe trabajar por mejorar, no por mantenerse. Aún no se ha logrado nada real.

domingo, 27 de junio de 2010

Esférico 2010 - Parte III. Mil veces ¡Arriba México!

(La afición y los medios mexicanos)

Le título suena extraño. No es normal cambiar el "viva" por "arriba". Como que recuerda a algo. Quizá, quienes hayan ido a ver un partido del Atlas hayan escuchado esa porra en el sonido local: "Mil veces arriba el Atlas". Y parece que fuera lo mismo... Parece que los mexicanos cambiáramos nuestras respectivas camisetas para volvernos atlistas cada cuatro años.

Si bien la afición del Atlas ha festejado un campeonato, éste sucedió hace tanto, que gente de casi sesenta años ha nacido y muerto sin haberlo visto. Por otro lado, han descendido en tres ocasiones. Y aun así, la "hinchada" rojinegra sigue apoyando a su equipo. "Al Atlas aunque gane", dicen. "Mil veces arriba el Atlas".

La afición mexicana tiene esa misma actitud con la selección. No importa que tengas a Hugo Sánchez, Jorge Campos, Ramón Ramírez, Jared Borgetti, Cuauhtémoc Blanco, Carlos Salcido o Andrés Guardado, siempre, cada cuatro años, el Tri vuelve con las manos vacías de la justa mundialista. Ni modo, otros cuatro años de esperanza porque se pueda ganar ese maldito primer partido de eliminación directa de donde no se ha pasado jamás. México tiene jugadores para llegar lejos. Corea del Sur llegó a semifinales sin jugadores de renombre y Portugal sorprendió en Alemania al complicarle su pase a la final a los franceses. Croacia sólo traía a Suker y Bulgaria en 1994 estuvo cerca de la final. Si es así, ¿por qué un México con Salcido, Márquez, Dos Santos, Guardado, Barrera, Juárez, Moreno, Maza, Chicharito, entre otros, no puede llegar más allá de octavos? No está de sobra recordar el gol de Argentina en fuera de lugar, pero el arbitraje se discutirá en otro momento; pero, por otro lado, tampoco vale decir que la llave de México resultó la más complicada de todas en 2010. Cada cuatro años es lo mismo. Cada cuatro años es la misma historia.

Parece que se tienen déjà vues cada ciclo mundialista. Es como ver la misma película, con la misma historia, los mismos personajes, las mismas malditas esperanzas y con el mismo final, cada Copa del Mundo. "Sí se puede". "Viva México". "Ora sí, nos los vamos a chingar". ¿Y qué pasa? Lo de siempre: regresar con la cabeza baja y con más excusas que explicaciones.

Es interesante cómo quieren vender cada cuatro años una esperanza de humo. La prensa le vende a una afición impresionable y soñadora, la idea de que México va a quedar campeón del mundo. México no está hecho para eso. Al menos no por ahora. Eso es para países donde abunda el talento (Brasil, Argentina), donde se tienen estructuras deportivas y futbolísticas sólidas (Alemania) o donde simplemente se han hecho bien las cosas en la liga local (Italia). México no tiene ninguna de esas características. Tiene excelentes jugadores que no le piden nada a otros (Rooney no anotó ningún gol en el mundial de Sudáfrica, Hernández dos, por ejemplo). A pesar de ello, México no está para quedar campeón.

Este equipo que participó en Sudáfrica es, quizá, el mejor combinado mexicano de la historia. Sin embargo, regresan así, como siempre. Y empezamos otra vez con la misma película. Mi preocupación en esta ocasión no es, a pesar de lo que puede parecer, la película, sino que seguimos pagando la entrada.

Una de las razones más importantes que mantienen con un solo campeonato al Atlas mientras otros equipos tuvieron su primer copa después y son hasta diez veces más exitosos, es, sin duda, esa idea de "La Fiel". Su afición apoya incondicionalmente, vende esa idea y se la compran. Y está bien, son la "hinchada" más leal de todas. Tachan a los demás de "vende banderas" y, aun cuando estén cerca de descender, llenan el Estadio Jalisco cada quince días. "Al Atlas aunque gane". No les exigen y no sienten la presión de perder el apoyo en las tribunas (y el dinero que se genera, además). Es un equipo que está en una posición muy cómoda. Otros equipos, como el Guadalajara, el América y el Toluca, cuando juegan mal, tienen sus tribunas vacías. Y los tres equipos mencionados, tienen diez campeonatos o más.

"Al Tri aunque gane". La Selección, sus patrocinadores y los medios, venden esa idea de apoyar incondicionalmente al equipo mexicano. Y la afición, repito, compra esa idea y enciende los televisores cada partido de octavos de final de mundial con la esperanza ciega de que se logre trascender más allá... Y pierden. Ya será para la otra. Ni modo. ¡Viva México! ¡Viva la Selección! No ganaron, pero ¡qué bien jugaron! No ganan, pero juegan bonito... como el Atlas.

Alemania nunca ha perdido en octavos de final, ha quedado campeón tres veces y son, básicamente, dueños de toda la infraestructura futbolística (balón incluido). Festejan si ganan. Si no, se revisa en qué se falló y se busca la manera de resolverlo. En Brasil no es considerado un fracaso perder en octavos, sino el no ser campeones mundiales; es famosa una imagen de aficionados derribando una estatua de Ronaldinho tras el mundial de 2006. Italia regresa derrotado y agreden a Cannavaro. ¿Y, en México? Nada. Ahí para la otra.

Se debe aprender a celebrar las verdaderas victorias. México vence a Francia en fase de grupos y los aficionados nos arremolinamos y empujamos en la Minerva, la Macroplaza o el Ángel de la Independencia. Celebramos, pero, me pregunto, ¿qué celebramos? No se ha ganado aún nada en la selección mayor. Se pierde y no se reclama, no se exige, no se pelea. Los aficionados somos los que soportamos este circo llamado futbol y, aun así, nos hemos acostumbrado a perder. Vale la pena, por ello, replantear qué celebramos y qué exigimos, porque sí hay talento, simplemente no se llega más lejos.

sábado, 26 de junio de 2010

Esférico 2010 - Parte II. Mi Gusto Es

(Los caprichos de los Directores Técnicos)


Los entrenadores del mundo se dividen, generalmente, en dos tipos: los ofensivos y los defensivos (los arriesgados que pocas veces ganan algo y los "ordenados" que generalmente resultan campeones). En México, se les ha bautizado "Lavolpistas" y "Lapuentistas". Dentro de los primeros, están Miguel Herrera, José G. Cruz y Daniel Guzmán. Dentro de los segundos, se cuentan Raúl Arias, Víctor Manuel Vucetich y José Manuel de la Torre. Viendo los nombres, sobra decir quiénes han sido más exitosos.

En el futbol mundial se presentan los mismos dos tipos de entrenadores. Los hay defensivos (ordenados) como José Mourinho, Guus Hiddink, Marcello Lippi y Dunga. Los hay arriesgados como Felipe Scolari, Josep Guardiola y Rafael Benítez. Los primeros, apuestan por un futbol más equilibrado y menos espectacular. De los segundos, simplemente da gusto ver a sus equipos jugar.

Sin embargo, a pesar de sus diferentes escuelas, todos los entrenadores coinciden en una característica: son autoritarios. Se creen los amos y señores del campo. Hacen y deshacen equipos (claro, mientras los dueños los dejen). Dentro de los entrenadores autoritarios -todos- existe una raza especialmente autoritaria: los entrenadores de selecciones mundialistas.

Se pueden contar infinidad de casos en los que dichos entrenadores han cometido "injusticias" al dejar fuera a tal o cual jugador quien, según la afición, merecía pertenecer a la lista final de 23 jugadores que dsiputarían la Copa del Mundo. Todos ellos, se escudan bajo el muy válido argumento de que "ellos deciden" quién conforma de mejor manera un equipo de acuerdo con su planteamiento táctico. No siempre los mejores jugadores, o los que se encuentren en mejor momento serán quienes vayan al mundial y otros jugadores, de características o momentos relativamente inferiores, ocuparán su lugar en su escuadra nacional. En otros casos, dichos jugadores sí son llamados, pero terminan relegados a la banca por decisión del técnico.

Sucedió en 1994. Mario "Lobo" Zagallo tenía en la banca a Ronaldo Luiz Nazario de Lima. Con sólo diecisiete años, fue llamado para participar en el mundial de Estados Unidos, donde Brasil resultó campeón en una de las finales más aburridas de la historia. Esa copa le permitió brillar a Romario, Bebeto y Dunga. Pudo ser el mundial de Ronaldo. A la postre, se convertiría en el máximo anotador de todas las copas mundiales. Su talento y efectividad lo han convertido en una leyenda viviente del deporte de las patadas.

En el presente mundial de Sudáfrica 2010, Dunga, actual entrenador de la selección brasileña dejó fuera de la lista final a Ronaldinho, elegido como el mejor jugador del mundo en 2004 y 2005, y a Adriano, excelente jugador y delantero. Holanda juega sin Ruud Van Nistelroy e Italia dejó en casa a Francesco Totti. Raymond Domenech, por su parte, mantuvo como suplente a Thierry Henry durante toda la participación francesa (habiendo hecho lo mismo con David Trezeguet en Alemania 2006).

En México se repiten estos acontecimientos cada cuatro años. Se puede recordar el caso de Hugo Sánchez en el mundial de 1994, quien no jugó por decisión del técnico Miguel Mejía Barón. En Francia 1998, Luis García fue la causa de las reclamaciones (aunque Ricardo Peláez, Luis Hernández y Cuauhtémoc Blanco lograron hacer un papel más que decoroso). En Corea-Japón 2002, Claudio Suárez no integró la lista final y, en el partido decisivo contra Estados Unidos, el técnico Javier Aguirre sacó a Ramón Morales -quien pasaba por un gran momento- para meter a un Luis Hernández de actuación pobre.

El mundial 2006 tuvo sus controversias. Moisés Muñoz participó durante todo el proceso, pero cedió su lugar a Guillermo Ochoa a última hora; Sinha y Guillermo Franco fueron a Alemania siendo naturalizados mexicanos; por último, Cuauhtémoc Blanco pasaba por un momento interesante, sin embargo, por conflictos con Ricardo LaVolpe, se quedó fuera del equipo mexicano que participó en la Copa del Mundo, dejando su lugar a Rafael García, yerno del entrenador.

Quizá, el mundial con más controversia en el equipo mexicano ha sido el de 2010. Desde el principio hubo dudas con respecto a quiénes lo integrarían: ninguna línea parecía clara y sólo algunos jugadores parecían seguros en la lista final. Rafael Márquez, Carlos Salcido, Francisco Javier Rodríguez, Andrés Guardado, Ricardo Osorio, Giovani Dos Santos, Guillermo Franco, Héctor Moreno, Javier Hernández y Carlos Vela eran los elementos que estarían seguramente en Sudáfrica. Oswaldo Sánchez participó durante la eliminatoria, sin embargo, fue quedando relegado de la portería y, faltando días para presentar la lista final, Aguirre se decidió por Guillermo Ochoa, Luis Michel y Óscar Pérez -éste último le quitó la posibilidad a Jonathan Orozco del Monterrey-. En defensa, jugadores como Fausto Pinto y Juan Carlos Valenzuela no pudieron llegar a la justa mundialista -Valenzuela, incluso, participó en parte de la concentración final rumbo al mundial-. La delantera fue la línea más clara, quedándose Guillermo Franco, Javier Hernández, Alberto Medina, Adolfo Bautista y Cuauhtémoc Blanco, junto con Carlos Vela y Giovani Dos Santos. El medio campo fue el punto de mayor controversia: faltando un día para entregar la lista final de 23 jugadores a la FIFA, Javier Aguirre dejó fuera a Jonathan dos Santos, jugador del Barcelona, qudando dentro Adolfo Bautista, quien parecía el elemento más lógico para eliminar.

La controversia de la lista final no fue la única ni la más grave. Si bien el joven Dos Santos ha pasado sin pena ni gloria por la selección y Bautista ha pasado con más pena que gloria, la decisión no pareció del todo extraña. Bautista no ha participado en ningún partido y Dos Santos muy probablemente no lo habría hecho tampoco. El verdadero tema de conflicto vino con el inicio del mundial.

El partido contra Sudáfrica terminó con empate que debió ser derrota para México. El primer tiempo fue dominado por el Tri, con grandes actuaciones de Dos Santos, Vela y Paul Aguilar. Un yerro por parte de Dos Santos y dos por parte de Franco mantuvieron el cero en el marcador. Para el segundo tiempo, Aguirre sorprendió al sacar a Paul Aguilar, pero ingresó a Guardado, quien batalló, luchó y se entregó, dando una actuación excelente, como suele hacerlo. Franco, por su parte, siguió fallando, jugando de manera deficiente y a un ritmo diferente al del resto del equipo. Después, entró Cuauhtémoc Blanco, quien jugó muy lento y sin coordinación con el resto del equipo. Parecía un error total tener en la banca a Hernández y en la cancha, tanto a Blanco como a Franco. Hernández entró finalmente, pero no tuvo las oportunidades que en otros partidos.

Para el partido contra Francia, la afición pensaba que jugarían de inicio, tanto Hernández, como Guardado. Nada. No sólo no fueron titulares, sino que Guardado ni siquiera jugó. Hernández entró y a los pocos minutos anotó el primero de los dos goles con los que México derrotó a Francia. No cabía duda: Javier Hernández debía iniciar ante Uruguay, tomando en cuenta que, también, Franco había sido amonestado.

Finalmente, contra Uruguay, Guardado fue titular, dio un primer tiempo de excelencia y estrelló un disparo de larga distancia en el larguero de los sudamericanos. Fue el mejor elemento del partido, pero abandonó la cancha al medio tiempo. Mucho se dice que esta decisión se ha dado por desacuerdos entre Aguirre y él. Hernández entró unos minutos del segundo tiempo y generó peligro. Franco, por su parte, de pobre actuación durante el mundial, jugó todo el partido.

¿Qué pasará por la mente de Javier Aguirre? ¿Será que toda la afición está equivocada... que Vox Populi, Vox Dei no es cierto? Las diferencias de juego entre Blanco, Franco, Hernández y Guardado son notorias y el partido contra Argentina es vital para las aspiraciones del famoso "quinto partido". ¿Será cierto que Guardado no ha jugado por diferencias personales con el técnico? Sería una lástima, como lo sería, también, que se quedara en la banca un juego más. Ha declarado que no le gusta no jugar y, quizá, Aguirre lo tome como un reclamo. El entrenador, por su parte, hace válida su calidad de seleccionador y puede dejarlo en la banca, a pesar de ser, quizá, el mejor jugador de México. Y nada podemos hacer los demás, porque, ése, su gusto es, y quién se lo quitará... él decide y todos los demás, incluyendo a Guardado y Hernández, tenemos que aceptarlo y aprender a vivir con ello. Ni modo. Tal vez será un quinto mundial seguido quedando en octavos.

jueves, 17 de junio de 2010

Esférico 2010

Parte I- El Proceso (La Selección Mexicana rumbo a la copa del mundo de 2010)

Siempre he externado mi preferencia por Ricardo LaVolpe como el seleccionador que mejor ha entrenado a México. Si bien es antipático con la prensa, gritón, fumador y arrogante, no le recuerdo a la Selección Mexicana un mejor partido que el México-Argentina de la Copa Confederaciones 2005. Además, neutralizó al Brasil de Ronaldinho, Dida y Adriano en esa misma copa, estuvo muy cerca de llegar a la final y, en el partido por el tercer lugar, le jugó al tú por tú a una Alemania anfitriona y que, a base de fuerza física, acabó venciendo a México. Durante su gestión al frente del Tri, se catapultaron a la fama nombres como Carlos Salcido, Ricardo Osorio, Pável Pardo, Guillermo Franco y hasta el mismísimo Kikín Fonseca, quienes jugaron en Europa (o siguen haciéndolo), gracias a tremendas actuaciones con la verde.

Por esto, me parecieron incorrectos, poco éticos y hasta corrientes los comentarios que se vertieron hacia él días antes de jugar el mundial de Alemania, puesto que iban dirigidos hacia su persona, no hacia su trabajo, y enrarecieron el ambiente en torno a una Selección que prometía mucho y que, desafortunadamente, cumplió a medias.

El principal causante (y autor) de muchos de esos comentarios fue el pentapichichi Hugo Sánchez, considerado el mejor jugador mexicano de todos los tiempos. En ese tiempo había dirigido a los Pumas de la UNAM y estaba sin empleo, pero eso no le impedía mantener su política de romper con un principio ético de nunca hablar mal de un compañero de profesión. Lo hacía sin escrúpulos y le hacía ver mal como persona.

Lo peor del asunto fue que la Federación Mexicana de Futbol premió sus insultos con la Dirección Técnica del Tri. Sus tarjetas incluían haber sido el entrenador del único equipo bicampeón en torneos cortos. No tenía un estilo de juego, de entrenamiento y, con base en críticas, llegó a la selección en el momento en que más sólida se veía.

Desafortunadamente para él, y para todos, los fracasos no tardaron en llegar. Primero, la Copa de Oro 2007 no se ganó. Tan importante fue esa derrota en la final contra EEUU, que México perdió el derecho de disputar la Copa Confederaciones 2009 en Sudáfrica. Después, vino una Copa América engañosa, en la cual se ganó el tercer lugar. Fue engañosa, porque se jugó con una base de jugadores de un Pachuca que venían enrachados, fuertes y casi invencibles. De ahí en adelante, todo se derrumbó.

Se perdió en 2008 el derecho a participar en los Juegos Olímpicos de Pekín en una de las peores exhibiciones de pobreza futbolística en la Selección del siglo actual. Esa fue la última actuación oficial con Hugo Sánchez Márquez de entrenador. Con ello, llegó a su final una de las eras más oscuras del Tri, donde se hablaba menos de sus jugadores y más de su director técnico, debido a su habladuría, falta de conocimiento de la teoría del juego y, por sobre todas las cosas, su falta de resultados.

Llegó un interinato por parte del único entrenador que le ha dado alguna satisfacción a la afición mexicana, muy parecida a la del Atlas, pero que tocaremos en su momento: Jesús Ramírez. 'Chucho' había llevado a la selección infantil a ganar el único mundial que se ha obtenido en cualquier categoría. En Perú, una selección de la que sobreviven sólo algunos nombres, venció con autoridad a Brasil 3-0. Antes de partir, 'Chucho' dijo a los medios "vamos a ganar este mundial"... y cumplió.

Dirigió a la selección mayor sólo algunos partidos, con resultados buenos, para dar paso a la llegada del sueco Sven-Goran Eriksson. Los resultados con este director técnico de renombre mundial, innumerables satisfacciones para equipos europeos y dos ciclos mundialistas con Inglaterra, no fueron mejores que con Hugo. De hecho, podría decirse que fueron peores.

Sven nos tuvo a todos torcidos e infartados en el partido contra Honduras, donde se perdió con un golazo de Ricardo Osorio, en un juego para el olvido donde expulsaron a Carlos Vela y con una imagen infame de Oswaldo Sánchez pidiéndole a los hondureños que le bajaran al ritmo. Esa selección no traía nada de nada.

El gusto de entrenar a un equipo como México, con una afición tan entregada, le duró poco al sueco, pues no pudo ni siquiera cerrar el hexagonal final de la CONCACAF. Salió con más pena que gloria. Los medios le atribuyen el fracaso a lo que ellos llaman "desconocimiento de la idiosincracia del mexicano". Esa frase tan repetida oculta su verdadero problema: el futbol lo ha rebasado. Así como le ha sucedido a muchos técnicos dentro de la liga doméstica -como es el caso de Luis Fernando Tena-, Eriksson no ha evolucionado y no pudo llevar a un Inglaterra con jugadores de la talla de Wayne Rooney, David Beckham, Michael Owen, Steven Gerrard y John Terry a instancias decisivas del mundial.

Javier Aguirre llegó para calmar las aguas. Como la gran esperanza, el 'Vasco' guió a México a la calificación al mundial y a una concentración larguísima con juegos interesantes como los duelos contra Holanda, Inglaterra e Italia.

El mundial ya comenzó y el "proceso" ya concluyó. Es tiempo de mostrar si tanto cambio de técnico no ha afectado a la que quizá sea la mejor selección mexicana de todos los tiempos.

lunes, 31 de mayo de 2010

Santa Paulette

El hecho de que la Procuraduría de Justicia del Estado de México haya hecho tan público el caso de la desaparición de una adorable niña que padecía una discapacidad motriz, ha provocado que todos quienes nos hemos enterado del hecho, nos hayamos convertido en jueces y partes de una maraña de mentiras y engaños y clamemos la justicia que merecemos todos.

Tras la resolución final del caso, en la cual se dice que Paulette, la dueña esa cara de ángel que inundó nuestros correos electrónicos, periódicos, redes sociales y canales de televisión, murió por un accidente y que nadie, ni sus padres, ni sus nanas, ni las doscientas personas y dos perros que entraron a su cuarto durante los nueve días que duró desaparecida, intervino de ninguna manera en su fatal desenlace, México se dividió en dos: las autoridades y prensa que tratan de convencer a un auditorio de esta idea extraña y, por demás implausible del accidente, y una sociedad que se dice ofendida por la supuesta mentira que quiere vender el mencionado primer grupo. Las personas que se han hecho hermanos, padres, padrinos o simplemente fanáticos de Paulette encuentran argumentos, razones e ideas dignas de una teoría de conspiración... y, a decir verdad, suenan más probables que el supuesto accidente que mencionan las autoridades y que periodistas de renombre se han encargado de difundir y defender.

El video que muestra cómo es encontrada la niña (esto, después de un apagón de muchas horas, en un cuarto donde se habían hecho innumerables entrevistas y en la ranura de la cama que había sido revisada, inspeccionada y tendida), es, francamente, escalofriante. Ese video es una muestra de cómo se pasan algunos estándares televisivos (como mostrar cadáveres, por el amor de Dios), para tratar de vender una idea a un pueblo dominado por los medios de comunicación. De pronto, en un espacio claramente diferente de como se había visto en videos anteriores, se alcanza a apreciar un calcetín, una piernita, una niña. Ellos, las autoridades, dicen que la niña, quien padecía una discapacidad motriz y que había sido enseñada a bajar de la cama sola, podía haber intentado hacerlo por debajo de las mantas, se había enredado en ellas y había caído en ese espacio, perdiendo toda posibilidad de moverse, gritar o salir, terminando por asfixiarse. Ante el ojo no educado, esto podría parecer como una explicación lógica para un caso extremadamente alarmante, sin embargo, es importante destacar un detalle que los medios se saltan y evitan tocar: la pequeña fue encontrada NUEVE días después de haber desaparecido de su casa.

O estamos todos tarugos, o aquí hay algo que no cuadra. Hay una parte de la historia que no funciona y es el hecho de que un cadáver huele mal al poco tiempo de perder funciones vitales (de dos a tres días, los cuerpos comienzan a oler bastante mal). Resulta de destacarse (por no decir ofensivo), que gente que admiro por su estilo, trayectoria y poder periodístico, como Denise Maerker deje de lado un punto tan importante como el hecho de que el cuerpo de Paulette Gebara Farah, al parecer, no expedía ningún olor y, tras nueve días (tras los cuales, la habitación de la niña habría sido prácticamente una cámara de gases), la gente que estaba en el departamento no fue capaz de encontrarla. Es igual de destacable el hecho de que Carlos Marín, otro periodista que leo continuamente por su manera de estudiar y manejar las noticias y que se ha convertido, junto con Carlos Lorett de Mola, en los más odiados (al estilo América), en el programa Tercer Grado, nos quiera ver la cara al decir, entre otras cosas, que los perros que entraron al departamento estaban "entrenados para localizar personas vivas, no muertas". Es, repito, ofensivo leer estas historias.

Pero, ¿por qué ha sido tan doloroso para todos el caso de Paulette? Simplemente porque los mismos medios crearon tanta expectación. Ellos mismos crearon un monstruo que no pueden ahora manejar y que le dieron un desenlace demasiado misterioso y que no convence a la opinión pública. Si fuera cualquier otra niña, cualquier otro caso, ni en cuenta; pero resultó ser este caso el que tuvieron que resolver de esa manera y, por eso, nos ha hecho, a todos, sentir impotentes, ofendidos y, hasta, desamparados. Si nosotros exigimos justicia, imagínense esa pobre niñita que se nos adelantó.

En fin, este caso me deja con dos conclusiones muy claras:

La primera es que parece ser que ningún funcionario de la Procuraduría de Justicia del Estado de México, de los organismos nacionales e internacionales que participaron, ni de los medios de comunicación han comprado nunca carne que se les pasa y ya no pueden cocinar, han estado cerca de un animal atropellado o, simplemente, han visto alguna película o programa de televisión (sería mucho pedir que leyeran al respecto, porque no son ni médicos, mucho menos forenses). Parece que nunca se han dado cuenta de que cualquier cuerpo, después de unos días, APESTA. O, ¿será que la carne que ellos compran nunca se echa a perder?

La segunda, me llega de una reflexión sobre el mismo tema. Si, después de nueve días, un cuerpo no huele, estamos ante la presencia inequívoca de un santo. Según la leyenda cristiana, el cuerpo de un santo no huele mal, ni se pudre, sino que huele a flores. Entonces, sólo señalo lo obvio: acabamos de descubrir a Santa Paulette.

Santa Paulette, patrona de los niños perdidos, las nanas que quieren más a los niños que sus propios padres y los perros sin olfato, a ti pedimos por este país que se cae a pedazos. A ti rogamos para que se reforme el sistema judicial mexicano, para que los casos como el tuyo se esclarezcan y no queden impunes. A ti, la santa de cara de ángel, rogamos para que México vaya por mejor camino, para que haya justicia y para que el país tome el rumbo que merece.

Ojalá que estas súplicas a Santa Paulette lleguen y se cumpla alguna de ellas. Ojalá este caso sirva para replantear la manera de llevar los casos y de aplicar la justicia pues, de lo contrario, su muerte habrá sido en vano.


Columna de Denise Maerker
Columna de Carlos Marín

lunes, 3 de mayo de 2010

Corazón Salvaje

No soy nada novelero. No se me hace malo ver novelas, simplemente no lo hago. Sin embargo, una nueva adaptación de una historia ya clásica de la televisión, me hizo recordar una de las pocas telenovelas que he visto en mi vida: Corazón Salvaje. Estrenada en 1993, Corazón Salvaje con Edith González y Eduardo Palomo, ha sido la versión más famosa de esta historia.

Al ver un rato de este nuevo intento de adaptación recién conlcuido con más pena que gloria, me he dado cuenta de al menos tres razones por las cuales, esta novela, comparada con la de 1993, fue un fracaso:

1. La actriz principal es Aracely Arámbula: A diferencia de Edith González, La Chule ha estado inmersa en escándalos y chismes que han manchado de cierta manera su carrera. Es imposible verla y desligarla de Miguelito, el hijo de Luis Miguel; es difícil, así, tomarla en serio (todo esto, aunado, obviamente, a sus carencias actorales).

2. El actor principal: Juan del Diablo debería ser alguien que inspire miedo, que se vea malo, macho, pirata. El nuevo personaje se ve como sacado de una revista de fisicoculturismo y más recuerda a Latin Lover que a un bucanero.

3. La más obvia e importante: La canción de la nueva versión es un verdadero himno a la cursilería, la bobería y, aún con el respeto que me merece una estrella de la talla de Chayanne, sinceramente apesta. Nada tiene qué ver con "Corazón Salvaje", tema interpretado por Mijares para la primera versión y que, para mi gusto, es la segunda mejor canción de novela, sólo después de "Nada Personal".


Dejo el link de esta obra de arte de la música para telenovela:
http://www.youtube.com/watch?v=s9MFfwl4n5A&feature=related

lunes, 19 de abril de 2010

Antibióticos urgentes

En el México de hoy, vivimos en un estado de inseguridad crítica. La sociedad se encuentra a diario con situaciones que ponen en peligro su integridad económica, física y moral; las autoridades se enfrentan con un grupo delictivo más numeroso, mejor capacitado y mejor pagado que ellos mismos; los criminales viven en un ambiente de impunidad y corrupción que les permite continuar funcionando a pesar de la sociedad y las autoridades.

Existen muchos factores que han desencadenado este problema: corrupción, intervención externa, falta de oportunidades y pobreza, entre muchos otros. Sin embargo, bajo mi punto de vista, el más importante es la desigualdad social del país. Quizá sea la verdadera causa no sólo de la delincuencia, sino también, de las demás causas.

Ahora bien, ¿cómo se podría combatir la delincuencia, cuando existe tanta corrupción tan impregnada en la gente, la sociedad, la autoridad; cuando hay tierras perdidas como Ciudad Juárez, Tampico o Lázaro Cárdenas; cuando hay un estado de sitio constante en todo el país y su “guerra contra el narcotráfico”? ¿Cómo combatir una enfermedad cuando tiene tantos síntomas? ¡Atacando directamente la causa! El mejor remedio para una infección no es un analgésico, sino un antibiótico.

Ahora, la duda es cómo atacar la desigualdad, cuando existen más de 10 millones de mexicanos muriendo de hambre, 50 millones de mexicanos pobres, la diferencia entre los ingresos del 10% más pobre del país y el 10% más rico, más grande del mundo y unas autoridades que más parecen réferis de lucha libre, castigando las faltas de los técnicos que viven en la ley y solapando a los rudos delincuentes.

Es fácil ciclarse en pensar qué se ha hecho mal y enfocarse en la manera de atacar eso que es incorrecto. Sin embargo, una alternativa es ver qué se hace bien y, con base en ello, canalizar los esfuerzos hacia esa gran enfermedad.

Alrededor de 92% de los niños en edad escolar, asisten a la escuela. Si ese 92% saliera con una expectativa mejor, para encontrar un trabajo que les brinde el ingreso igual al que recibirían dedicándose a la delincuencia, seguramente no se dedicarían a ella. La educación y la cultura permiten tener juicio para discernir entre las buenas y las malas ideas y para tomar decisiones correctas.

Si se le da una mayor atención a esas posibilidades y se enfocan los esfuerzos para lograr que la gente estudiara en un sistema más integral, profundo y de calidad, se diera seguimiento y se destinara algo de los recursos que se invierten en comprar paracetamol contra los síntomas para comprar antibióticos, los resultados serían más completos, mejores y a más largo plazo.

El sistema educativo debe garantizar una formación, además de una educación. Con una formación de calidad se aspiraría a un México mejor, más seguro y libre. Con maestros más capacitados, mejor pagados y con mejores herramientas, se tendría más calidad en la enseñanza. Con una educación completa, se tendrían profesionistas más completos, también.

No hay que temer a la obligatoriedad. La educación básica es obligatoria desde la Constitución de 1917 y se promovió desde los años 20. Estas actividades han rendido los frutos estadísticos que se presentan previamente. Si se hiciera obligatoria la educación media superior y superior, se invirtiera en ella y se mejorara el sistema en general, la sociedad entraría en una era de la cultura que permitiría aspirar a un bienestar mayor para México. No hay soluciones fáciles, ni a corto plazo. A corto plazo, México está perdido. Ni modo. Hay que aceptar esta realidad y trabajar a partir de ahí para lograr que se solucione aun dentro de algunos años.

Se debe buscar atacar la enfermedad, porque si compramos y tomamos mucho paracetamol, los síntomas no desaparecerán del todo y podemos terminar por dañar nuestro hígado.

viernes, 16 de abril de 2010

¿Diferentes?

El día de ayer, fui a comer con mis padres a un restaurante fresón de Guadalajara. Fue cumpleaños de mi mamá, así que lo ameritaba.

Entramos, nos acomodamos en una mesa y, al poco rato, miré a la barra. Uno de los bartenders se me hizo conocido, aunque mi vista cada vez es menos confiable. No hice mucho caso en ese momento.

Rato después, volví a verlo. Su rostro era muy familiar, pero aún no entendía porqué. De pronto, hizo algo -un gesto, un movimiento- que me hizo entender quién era.

Este joven, al que llamaré simplemente E, era mi compañero en la secundaria. Era alguien popular, que tenía carisma, pero que, de alguna manera, su estatus económico lo hacía vernos como menos a los demás. Había reprobado un grado escolar y, a los quince años, en segundo de secundaria, llegaba manejando a la escuela. Perdí todo contacto con él cuando terminamos la secundaria y había pasado a ser parte de mi pasado y punto.

Pienso que, cuando uno es niño, ve las estadísticas de gente que inicia una carrera, que termina, gente que tiene las posibilidades y las desaprovecha e imaginamos, ingenuamente pero de manera idealista, que uno no va a ser de ellos y que todos quienes están a nuestro alrededor tampoco. Me vi a mí mismo: graduado de una carrera (en el Tec, además), trabajando, escribiendo, con una serie de pequeños pero importantes (para mí) logros, profesor... y luego lo vi a él: cantinero de día en un restaurante para ricos.

No me atreví a saludarlo. Al principio, me dije a mí mismo que era porque simplemente no es mi amigo y me ahorraría la vergüenza de que dijera "¿Quién eres?", aunque supiera perfectamente quién soy -es la imagen que tengo de él y prefería evitarme situaciones así-. Pero no es cierto. No es esa la razón.

En mi mente, me imaginé que podía preguntarle cómo estaba y qué hacía allí. Y, quizá, me podría haber respondido "Estoy aquí porque me gusta, me da un poco de dinero extra" o "Lo hago por diversión" o "Mi papá es el dueño y le estoy ayudando"...

O podría responderme todo lo contrario, como "Estoy trabajando porque tengo hijos y tuve que empezar a trabajar para darles de comer" o "me salí de estudiar y no he hecho nada más" o alguna otra razón que lo hiciera entrar en esa estadística en la cual, mis compañeros, mi generación, mi grupo fracasó.

Terminé por no saludarlo. Tuve miedo, y mucho, de que me contestara lo segundo, que su vida lo haya llevado ahí a la fuerza (no por descalificar la actividad de bartender, pero está dedicada normalmente para gente joven en vías de lograr algo más, o gente que va a dedicarse toda su vida a ello). Porque me pregunto ¿En realidad somos tan diferentes? ¿No podría ser yo ése que está del otro lado de la barra haciendo rusas y piñas coladas? Después de todo, compartimos una escuela, un salón de clases, dos ciclos educativos juntos; vivimos los mismos recreos, las mismas materias, los mismos profesores; nos reencontramos y seguimos siendo los mismos (¿o, no?).

Realmente me hizo reflexionar. Me pegó. Entendí muchas cosas y me hizo agradecer a la vida y al destino que me haya dado la vida, los padres, las oportunidades que me dio y que no las haya desaprovechado.

martes, 13 de abril de 2010

Frase

Durante un buen tiempo hace unos años, una frase rondó mi cabeza. No sabría decir si fueron semanas o meses, pero así sucedió. Eran 21 palabras que se repetían una y otra vez y que no hallaba dónde escribir (no tenía blog en ese tiempo) o cómo darles un contexto.

Así pasaron los días, las semanas, los meses, hasta que encontré el lugar perfecto para ponerlas: un poema. Lo incluí en un escrito aún inédito y lo titulé "El Poema del Soldado Muerto y la Espada Desenvaindada". Esta frase dice así:

Quien vive con miedo a la muerte, no puede vivir,
pero, quien vive con miedo a la vida, no merece vivir.

En un curso al cual estoy asistiendo, nos pidieron que escribiéramos una frase que consideráramos nuestro lema. De pronto, esta frase que estaba en el olvido prácticamente, se me vino a la mente y la anoté.

Cuando pidieron que la leyéramos, no imaginé la reacción: caras de sorpresa ante una frase que nadie esperaba tan directa. Incluso, el instructor me pidió que la repitiera, porque lo tomó desprevenido. Un compañero del curso, quien es estadounidense, no comprendió del todo lo que dije y pidió que le tradujeran. Otro compañero, asistió en esa tarea, pero lo hizo de tal manera que sonó más fuerte y fascista que la original:

If you are afraid to die, you cannot live,
If you are afraid to live, you deserve to die.

De inmediato corregí lo que dijo, pero no creo que haya influido. El daño estaba hecho. Este problema de traducción, me recordó una frase que dijo Einstein y que es imposible de traducir sin que se pierda el sentido de la frase o el juego de palabras que plantea:

Gravitation is not responsible for people falling in love.

Yo no creo que nadie merezca morir. Creo que el sentido de la frase más bien es que, para vivir adecuadamente, no debes temer a la muerte y sólo se puede vivir plenamente cuando no se teme vivir. Algo así como "si lo haces sin la intención de hacerlo bien, ¿para qué lo haces?" No hay que tenerle miedo a la muerte, pero sobre todo, hay que atreverse a hacer las cosas, porque solo se tiene una vida y se debe aprovechar. Si no lo haces, antes que morir, más bien nunca mereciste la vida en un principio. Como diría El Hombre Araña Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

La vida es un gran poder y la única responsabilidad a la que nos obliga es, precisamente, a VIVIRLA

Ahora, como que me ven con algo de miedo, pero no era la intención. Aprendí, gracias a esto, que hay que tener cuidado de lo que se dice, con quién se dice y que, generalmente, las traducciones hacen que se pierda el sentido de lo que se dice. Si bien, a los hispanohablantes les pareció fuerte la frase, a los no hispanohablantes les pareció sacada de la mismísima mente de Il Duce.

domingo, 11 de abril de 2010

Invádeme

Camina conmigo, dame la mano,
llévame, tómame, acércame a ti,
hazme tu piel y hazme tus alas,
déjame tocarte (tocar tus heridas).
Lávate conmigo -con estas lágrimas-,
el lodo del rostro, así sea mascarilla.

Unamos las manos, los pies, los lunares,
también las heridas, unamos las sangres
y salvemos al mundo, hagámoslo juntos,
no saltemos del barco aunque haga agua;
Comamos tú y yo carne fresca, aunque
esté cruda, aunque sea la nuestra propia.

Invádeme como a Troya, igual que a la luna,
como se roba un beso o se roba un corazón,
calma mis ansias, mis ansias rudas,
mis ansias locas, mi razón y mi ciencia,
calma mi paciencia, corta mi raíz de raíz,
cala mi ropa a tu pecho y mi alma a la tuya.

Y, camina conmigo, dame la mano,
llévame, tómame, acércame a ti,
porque juntos somos, vimos, vivimos,
sólo juntos salvaremos al mundo,
juntos como la luna y sus estrellas,
juntos, juntos... hasta no poder más.

viernes, 9 de abril de 2010

Estoy cansado

Estoy cansado de esta sequía; de estas manos que quieren escribir; de estos ojos y estas corvas que mueren por mirar un papel en blanco convertirse en un cuento o un poema y de cansarse de estar sentado durante horas dilucidando qué escribir, cómo escribirlo y darme cuenta después, que pude haberlo escrito mejor.

Estoy cansado porque no lo hago, porque no tengo tiempo. Es cierto, no soy un poeta atormentado (ni siquiera un poeta... no lo soy... no quiero serlo) y no tardo semanas enteras decidiendo qué palabra escribir o dónde poner o quitar una coma. Pero no tengo tiempo de todos modos. Tengo sobre mi escritorio "Peligros" de un tal Evaristo Salazar. "A ése lo conozco", pienso. "Él era como quiero ser: escribía y escribía", pero lo hacía porque podía. Yo no puedo, no tengo tiempo.

Ahora, me asfixian los pendientes, se apilan las tareas y me estoy cambiando de trabajo. Es una transición que pesa, pero pesa más porque no puedo, no tengo tiempo de saciar esta sed de mi cuerpo por escribir una palabra más.

Duelen las manos, como cuando uno no juega mucho tiempo y toma la raqueta una vez más.

domingo, 17 de enero de 2010

Gracias

No habia escrito nada desde que todo sucedió, porque no sé qué escribir. Ha sido todo tan repentino que no me salen las palabras adecuadas para describir cómo me siento.

Me tomaste por sorpresa y eso debo agradecértelo. Me conozco y sé que eso ayudó a que sucediera. Y ahora, después de que levantarme de esta revolcada que me ha dado tu marea, de sacudirme la arena pegada y abrir los ojos a un cielo cada vez más despejado, quiero escribir algo para ti y no sé qué decir.

Son tantas cosas las que rondan mi mente. Son tantos pensamientos que no me dejan pensar. Son tantas palabras, tantos besos, tantas miradas... y todas ellas te rondan a ti. Creo que eso es lo que quiero escribir. Creo que ya encontré la inspiración.

Gracias, hechicera del agua, por hechizarme. Gracias por ayudarme a entender que, a veces, la felicidad llega sin que nos demos cuenta de por dónde y cómo ni cuándo... ni siquiera porqué. A lo mejor no lo merezco, pero has traído a mí esa felicidad que he buscado como loco, hasta encontrarte a ti.

viernes, 8 de enero de 2010

Es que esta vida

Que me hunda en este río congelado,
que me tomen y me tiren y me cuelguen
del mástil más alto
o del paredón más baleado.

Que me parta en dos una sonrisa,
que me canten y me ensordezcan
a gritos destrozados,
a tumbos de animal rengo,
a suelos fracturados como gotas
del rocío pasajero de diciembre.

Que me cieguen como a Borges,
que me saquen los ojos y los quemen,
que los rompan
y también mis oídos;
que me dejen ciego y sordo y loco,
que me encierren para siempre
como un demente venido a menos
como soldado que ha huído,
como carnada que se han comido.

Que me tomen del cuello
y a bofetadas me manden a otro mundo,
que me borren cualquier recuerdo,
que me saquen cualquier imagen,
que sea para siempre,
que me vaya sin despedirme...
Es que esta vida
me recuerda demasiado a ti.

lunes, 4 de enero de 2010

Adiós, 2009. GRACIAS SINCERAS por todo (pero nunca vuelvas)

Imaginen una gran aventura a través de una selva tropical, lluviosa, lodosa, hermosa; con árboles enormes, flores inconcebibles, animales únicos; con senderos, veredas... y fosas, ríos caudalosos con piedras, montañas resbalosas. Imaginen que debieron cruzar esa selva sin saber en qué se metían, pero debieron arreglárselas para salir de ahí. Cuando regresaran a casa, ¿qué sería lo primero que desearían? Seguramente quitarse esas ropas lodosas y ensangrentadas por las heridas que les causaron las inclemencias del trayecto. Aunque hubiera sido la mejor experiencia de la vida, solo querrían quitarse esa ropa y darse un buen baño.

Algo así ha significado el 2009 para mí: Ha sido, definitivamente, el mejor año de mi vida... y, al mismo tiempo, ha sido el peor. Es un sentimiento tan contradictorio, que difícilmente podría comparar con algo diferente a esa selva. Al final del 2009, solo quería llegar al 2010, quitarme esas ropas lodosas, rotas, manchadas, y darme un buen baño caliente y descansar un poco.

Pasaron tantas cosas en este 2009... Tantas, tantas. Ha sido el año del verdadero cambio para mí: he tenido que intentar ganarme la vida de alguna manera. Comencé a dar clases y conocí, de esta manera, lo que es encargarse aunque sea un poco de las mentes que dirigirán el mundo. Estas personas que he tratado de enseñar - perdón, que he tratado de que aprendan -, van a ser los presidentes de México cuando mis hijos sean jóvenes, van a ser los líderes de opinión muy pronto y, de cierta manera, sin querer sonar presuntuoso, estoy inculcándoles un poco de lo que llevarán a la vida cuando crezcan. Eso es parte de lo bueno del año. Aprendí lo que es tratar de enseñar, la felicidad de poner un 100 y la angustia de reprobar a alguien (aún mayor que la de reprobar uno mismo). Y, gracias a esta actividad, también conocí a gente extraordinaria que ha llenado esta parte de mi vida.

Este año, terminé de escribir mi tercer libro (nada bueno, por cierto). Creo que es el mejor libro que he escrito y, aunque está tan en las sombras como los otros dos, me hizo darme cuenta de que he madurado en cuanto a mi escritura. No soy un buen escritor, pero, al menos, sé que en unos cuantos años, cuando lea este libro de vuelta, va a agradarme. También me decidí a tener este blog y a ser un poco más constante en mis notas. Ahora escribo poesía, algo a lo que le rehuía. Y eso, definitivamente es bueno.

Y, cuando miro a esto, me doy cuenta de que no he logrado nada. El ser un escritor desconocido, el no ejercer mi carrera en sí, el darme cuenta de que, quizá esto que les enseño a mis alumnos se los estoy enseñando mal, me llena de angustia. Me preocupa bastante, porque (y no quiero decir en serio lo que voy a escribir) quizá entienda más de estilo literario que muchas personas que se dedican a enseñar sobre ello, a lo mejor hago mis clases más amenas que algunos profesores consumados de doctorado o post-doctorado, probablemente entiendo la teoría de la electrónica de potencia mejor que mucha gente que se dedica a ello en la práctica... y, sin embargo, no he logrado nada. Y esa angustia no la tuve nunca. Siempre estuve seguro de todo cuando era chico. Ahora, de lo único que estoy seguro es de que quiero lograr algo, pero no sé cómo.

Ahora bien, este año ha sido un sube y baja de en el plano emocional. A finales de febrero comenzó una verdadera locura de situaciones increíbles. Desde una relación que se puede describir como un noviazgo de años comprimido, encapsulado y procesado en algo así como mes y medio, hasta un beso inesperado con su obvia dosis de incomodidad, pasando por gente increíble que me ha llenado de alegría con su amistad, hasta aterrizar en un fin de año diferente a cualquier otro, tras haber pasado situaciones grandiosas con una amiga a la que no cambiaría por nada en el mundo.

Y, al final de todo, sigo en la búsqueda de quién llene ese hueco que me molesta como un quiste. Sigo esperando esa mujer que llegue para cubrir ese lado de la cama que se ve tan solo. Sigo deseando a esa musa que llene mis labios con sus labios, mis brazos con sus abrazos y mi humedad con la suya.

Tengo amigos y eso jamás se lo reprocharé al destino. Ellos, junto con mi familia son lo mejor que me ha dado esta vida. Y, este grandioso año (y digo "grandioso" sin el menor dejo de amargura o sarcasmo), me ha brindado la fortuna de conocer a más gente que puedo llamar amigos. Es algo que pocos años logran y este 2009, tan titánico como vino, lo hizo.

Definitivamente se me ha hecho el año más largo que he vivido. Enero se ve tan lejano; la influenza pareciera de otro siglo; la crisis económica me llevó a un estado de aletargamiento que me permitió escribir y escribir. Y, entre todas estas cosas, y digo TODAS, tan buenas como son (siempre hay que verle el lado bueno a todo), llegó la muerte de mi abuelita, para marcar el único hecho que puedo llamar realmente malo (al menos en papel, porque la muerte, tan inevitable como es, implica solamente continuar, cerrar un ciclo y volver a empezar para todos). Y, al haber sido la muerte de una persona tan querida, me lleva a sonreír al recordarla, porque sólo puedo honrarle al recordar los momentos gratos que vivimos; como dice Serrat, "sus recuerdos son cada día más dulces".

Y, solo me queda mirar atrás para entender que la carrera que estoy ejerciendo y la que estoy dejando de ejercer; la literatura que escribo y las mentes que estoy corrompiendo; las poesías que he decidido inventar y los pensamientos que comparto y comparten conmigo; las situaciones, los besos, las caricias, los amores platónicos; todo lo vivido este año ha sido de gran enseñanza, han hecho al 2009 el año más increíble, hermoso, lleno de enseñanzas que jamás haya imaginado.

Por eso brindo por el 2009. Le agradezco todo lo bueno que ha traído. Ojalá que sigan existiendo años como este para aprender. ¡GRACIAS POR TODO ESTO! Pero, de verdad, ¡vete y no regreses nunca más!