domingo, 17 de enero de 2010

Gracias

No habia escrito nada desde que todo sucedió, porque no sé qué escribir. Ha sido todo tan repentino que no me salen las palabras adecuadas para describir cómo me siento.

Me tomaste por sorpresa y eso debo agradecértelo. Me conozco y sé que eso ayudó a que sucediera. Y ahora, después de que levantarme de esta revolcada que me ha dado tu marea, de sacudirme la arena pegada y abrir los ojos a un cielo cada vez más despejado, quiero escribir algo para ti y no sé qué decir.

Son tantas cosas las que rondan mi mente. Son tantos pensamientos que no me dejan pensar. Son tantas palabras, tantos besos, tantas miradas... y todas ellas te rondan a ti. Creo que eso es lo que quiero escribir. Creo que ya encontré la inspiración.

Gracias, hechicera del agua, por hechizarme. Gracias por ayudarme a entender que, a veces, la felicidad llega sin que nos demos cuenta de por dónde y cómo ni cuándo... ni siquiera porqué. A lo mejor no lo merezco, pero has traído a mí esa felicidad que he buscado como loco, hasta encontrarte a ti.

viernes, 8 de enero de 2010

Es que esta vida

Que me hunda en este río congelado,
que me tomen y me tiren y me cuelguen
del mástil más alto
o del paredón más baleado.

Que me parta en dos una sonrisa,
que me canten y me ensordezcan
a gritos destrozados,
a tumbos de animal rengo,
a suelos fracturados como gotas
del rocío pasajero de diciembre.

Que me cieguen como a Borges,
que me saquen los ojos y los quemen,
que los rompan
y también mis oídos;
que me dejen ciego y sordo y loco,
que me encierren para siempre
como un demente venido a menos
como soldado que ha huído,
como carnada que se han comido.

Que me tomen del cuello
y a bofetadas me manden a otro mundo,
que me borren cualquier recuerdo,
que me saquen cualquier imagen,
que sea para siempre,
que me vaya sin despedirme...
Es que esta vida
me recuerda demasiado a ti.

lunes, 4 de enero de 2010

Adiós, 2009. GRACIAS SINCERAS por todo (pero nunca vuelvas)

Imaginen una gran aventura a través de una selva tropical, lluviosa, lodosa, hermosa; con árboles enormes, flores inconcebibles, animales únicos; con senderos, veredas... y fosas, ríos caudalosos con piedras, montañas resbalosas. Imaginen que debieron cruzar esa selva sin saber en qué se metían, pero debieron arreglárselas para salir de ahí. Cuando regresaran a casa, ¿qué sería lo primero que desearían? Seguramente quitarse esas ropas lodosas y ensangrentadas por las heridas que les causaron las inclemencias del trayecto. Aunque hubiera sido la mejor experiencia de la vida, solo querrían quitarse esa ropa y darse un buen baño.

Algo así ha significado el 2009 para mí: Ha sido, definitivamente, el mejor año de mi vida... y, al mismo tiempo, ha sido el peor. Es un sentimiento tan contradictorio, que difícilmente podría comparar con algo diferente a esa selva. Al final del 2009, solo quería llegar al 2010, quitarme esas ropas lodosas, rotas, manchadas, y darme un buen baño caliente y descansar un poco.

Pasaron tantas cosas en este 2009... Tantas, tantas. Ha sido el año del verdadero cambio para mí: he tenido que intentar ganarme la vida de alguna manera. Comencé a dar clases y conocí, de esta manera, lo que es encargarse aunque sea un poco de las mentes que dirigirán el mundo. Estas personas que he tratado de enseñar - perdón, que he tratado de que aprendan -, van a ser los presidentes de México cuando mis hijos sean jóvenes, van a ser los líderes de opinión muy pronto y, de cierta manera, sin querer sonar presuntuoso, estoy inculcándoles un poco de lo que llevarán a la vida cuando crezcan. Eso es parte de lo bueno del año. Aprendí lo que es tratar de enseñar, la felicidad de poner un 100 y la angustia de reprobar a alguien (aún mayor que la de reprobar uno mismo). Y, gracias a esta actividad, también conocí a gente extraordinaria que ha llenado esta parte de mi vida.

Este año, terminé de escribir mi tercer libro (nada bueno, por cierto). Creo que es el mejor libro que he escrito y, aunque está tan en las sombras como los otros dos, me hizo darme cuenta de que he madurado en cuanto a mi escritura. No soy un buen escritor, pero, al menos, sé que en unos cuantos años, cuando lea este libro de vuelta, va a agradarme. También me decidí a tener este blog y a ser un poco más constante en mis notas. Ahora escribo poesía, algo a lo que le rehuía. Y eso, definitivamente es bueno.

Y, cuando miro a esto, me doy cuenta de que no he logrado nada. El ser un escritor desconocido, el no ejercer mi carrera en sí, el darme cuenta de que, quizá esto que les enseño a mis alumnos se los estoy enseñando mal, me llena de angustia. Me preocupa bastante, porque (y no quiero decir en serio lo que voy a escribir) quizá entienda más de estilo literario que muchas personas que se dedican a enseñar sobre ello, a lo mejor hago mis clases más amenas que algunos profesores consumados de doctorado o post-doctorado, probablemente entiendo la teoría de la electrónica de potencia mejor que mucha gente que se dedica a ello en la práctica... y, sin embargo, no he logrado nada. Y esa angustia no la tuve nunca. Siempre estuve seguro de todo cuando era chico. Ahora, de lo único que estoy seguro es de que quiero lograr algo, pero no sé cómo.

Ahora bien, este año ha sido un sube y baja de en el plano emocional. A finales de febrero comenzó una verdadera locura de situaciones increíbles. Desde una relación que se puede describir como un noviazgo de años comprimido, encapsulado y procesado en algo así como mes y medio, hasta un beso inesperado con su obvia dosis de incomodidad, pasando por gente increíble que me ha llenado de alegría con su amistad, hasta aterrizar en un fin de año diferente a cualquier otro, tras haber pasado situaciones grandiosas con una amiga a la que no cambiaría por nada en el mundo.

Y, al final de todo, sigo en la búsqueda de quién llene ese hueco que me molesta como un quiste. Sigo esperando esa mujer que llegue para cubrir ese lado de la cama que se ve tan solo. Sigo deseando a esa musa que llene mis labios con sus labios, mis brazos con sus abrazos y mi humedad con la suya.

Tengo amigos y eso jamás se lo reprocharé al destino. Ellos, junto con mi familia son lo mejor que me ha dado esta vida. Y, este grandioso año (y digo "grandioso" sin el menor dejo de amargura o sarcasmo), me ha brindado la fortuna de conocer a más gente que puedo llamar amigos. Es algo que pocos años logran y este 2009, tan titánico como vino, lo hizo.

Definitivamente se me ha hecho el año más largo que he vivido. Enero se ve tan lejano; la influenza pareciera de otro siglo; la crisis económica me llevó a un estado de aletargamiento que me permitió escribir y escribir. Y, entre todas estas cosas, y digo TODAS, tan buenas como son (siempre hay que verle el lado bueno a todo), llegó la muerte de mi abuelita, para marcar el único hecho que puedo llamar realmente malo (al menos en papel, porque la muerte, tan inevitable como es, implica solamente continuar, cerrar un ciclo y volver a empezar para todos). Y, al haber sido la muerte de una persona tan querida, me lleva a sonreír al recordarla, porque sólo puedo honrarle al recordar los momentos gratos que vivimos; como dice Serrat, "sus recuerdos son cada día más dulces".

Y, solo me queda mirar atrás para entender que la carrera que estoy ejerciendo y la que estoy dejando de ejercer; la literatura que escribo y las mentes que estoy corrompiendo; las poesías que he decidido inventar y los pensamientos que comparto y comparten conmigo; las situaciones, los besos, las caricias, los amores platónicos; todo lo vivido este año ha sido de gran enseñanza, han hecho al 2009 el año más increíble, hermoso, lleno de enseñanzas que jamás haya imaginado.

Por eso brindo por el 2009. Le agradezco todo lo bueno que ha traído. Ojalá que sigan existiendo años como este para aprender. ¡GRACIAS POR TODO ESTO! Pero, de verdad, ¡vete y no regreses nunca más!