miércoles, 21 de diciembre de 2011

Nación en Peligro


La nación está en peligro.

La democracia que tanto pregonan los tres principales partidos políticos de México está desvaneciéndose y cada vez más se ve desteñida en esta tela tricolor que saludamos con orgullo y con honor. El pueblo está cada vez más a expensas de poderes superiores que frenan los procesos democratizadores que durante más de veinte años se han venido sucediendo en el país.

En 1988, con el supuesto fraude electoral (supuesto porque no quedan pruebas y nunca se logró iniciar ningún proceso real de cancelación de la elección), se inició un proceso de concienciación que ya derivó en 2000, 2006 y 2009 en eventos populares de cambio y lucha por el poder. Veinticuatro años han pasado y deberíamos estar más listos que nunca para un cambio. Sin embargo, pareciera que tendremos más complicaciones que nunca en ese terreno. Es más, en los últimos meses hemos retrocedido en el tiempo de una manera compleja y desesperanzadora.

La aberración del poder

Democracia es un término mal entendido. La raíz etimológica ha perdido sentido, como lo ha perdido en tantas palabras que utilizamos día a día. A diferencia de lo que nos quieren hacer creer los protagonistas de la política del país, democracia NO SIGNIFICA elegir a nuestro presidente, gobernador, alcaldes, diputados, senadores… democracia significa que el pueblo sea el que gobierne.

Desde el inicio de los procesos democráticos del siglo XX, se ha presentado al presidente como un salvador, un mesías, un emperador. Es ese mal encauzamiento de la idea de la democracia el que termina por tumbarlos de ese pedestal y dejarlos, normalmente, como personajes indeseables una vez que han terminado su periodo. Es ese mal encauzamiento de la idea de democracia y de presidente el que les ha dado poder para dañar, para herir al pueblo que los eligió como su capitán, en hechos decididos unilateralmente tan reprobables como la masacre de Tlatelolco, el jueves de Corpus, la guerra sucia, el FOBAPROA y la guerra contra el narcotráfico. Es ese mal encauzamiento de la idea de la democracia el que nos hace víctimas cada seis años de un proceso doloroso, cansado, que hace ver a cada uno de los candidatos como los encargados de hacer este país un mejor país y que, finalmente, aquél que llega se convierte en un vendedor de humo y despilfarrador, que gasta los impuestos que pagamos todos en proyectos que se les ocurren y que nadie les dijo que hicieran.

¿A poco no se ven bonitas las paredes llenas de los rostros de los candidatos cada seis años? Y todos dicen “yo soy el bueno para gobernarte a TI”, “yo sí sé en qué cosas inútiles gastar TU DINERO”. Y, lo más triste es que vamos y votamos precisamente por el que nos convence de ello. ¿En qué momento nos convertimos en cómplices de este juego ruin al que juegan los políticos en años de elecciones?

El pueblo, en su inconsciencia no se da cuenta de que tiene el poder. En Alemania, el palacio legislativo tiene una cúpula donde la gente que visita puede andar. Esta cúpula está situada exactamente encima de la sala de sesiones del parlamento, simbolizando que el pueblo, la gente, siempre estará por encima del gobierno. El gobierno existe para impartir justicia, promover el orden y asegurar la libertad de su pueblo, pero nada más. Las decisiones, el camino que toma la nación debe ser decidido por el pueblo y no por unos cuantos (o uno, como en los buenos tiempos de López Portillo o Echeverría). Ésa es la verdadera democracia. Países como Austria tienen un proceso en el cual la gente decide qué proyecto es el que se realizará con sus impuestos. Aquí se ha imitado, pero no se ha institucionalizado. Hacia allá se debe apuntar: aquél momento en el que los servidores públicos sean eso y no personas intransigentes, burocráticas, cargadas de un poder que no es suyo y que no merecen por estar en una silla bonita. El presidente, el gobernador, el alcalde, el diputado, el senador, el secretario, el regidor… ninguno de ellos es un rey o una reina con poder infinito. El pueblo es el que tiene el poder infinito. El pueblo es el que manda.

En este momento en la historia de México estamos en un punto especialmente vulnerable. No somos más la sociedad sin país de principios del siglo XIX, la nación harta de las injusticias de inicios del siglo pasado, el país ingenuo de los años 50 ni el país revoltoso de los 60, 70 u 80… Somos un país maduro en ideologías, pero inmaduro en conocimiento. Y, desafortunadamente tenemos las mismas razones para ser revoltosos, los mismos líderes que nos hicieron ingenuos, las mismas injusticias de antes y, creámoslo o no, no tenemos país. México nos ha abandonado a nuestra merced, pero porque nosotros mismos lo entregamos a unos cuantos con dinero e inteligencia, mas no ética. México ya no es nuestro y, aunque no estamos tarde para recuperarlo, este momento de vulnerabilidad es peligroso y significa la posibilidad de perderlo para siempre.

El abstracto cuarto poder

Existen dos factores principales que nos han alejado de la posibilidad de no recuperar al país. El primero de ellos es ese cuarto poder que nos llena los noticieros, los diarios, las charlas entre amigos y familiares. El primer factor es tan omnipresente que vivimos en un miedo constante de que se nos aparezca y nos llegue la mala hora solamente porque a unos cuantos se les ocurrió poner una bomba. El primer factor es el crimen.

Muchos comparten mi idea de que el país está perdido. Se nos fue de las manos. Ya no tiene solución a corto plazo. México está en manos de un ente superior que no nos deja ser libres (primera falencia del estado). Las adquisiciones de bienes y servicios han ido disminuyendo, la gente se mueve más y se queda menos y el miedo es generalizado. Ya no es solamente la posibilidad de ser robado, asaltado o secuestrado. Ahora, no puede uno estar seguro de que no van a llegar comandos armados (de los “buenos” o de los “malos”) a balacear o bombardear algún lugar donde, de pura casualidad, uno se encontraba tratando de imitar una vida normal que hace tiempo tiene perdida. 60 mil muertos no pueden estar equivocados. El país está mal, muy mal.

Nos hacemos los valientes, pero muchos dudamos seriamente cuando tenemos que viajar a alguno de esos estados sitiados como Michoacán, Sinaloa, Jalisco o Tamaulipas. Monterrey es una ciudad perdida y el ir a la Ciudad de México ya no suena como una idea tan mala. Al menos ahí no vas a morir balaceado. Perder la cartera ya es lo de menos.

¿Por qué es un poder? Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Criminal. Esos son los nuevos poderes. Decisiones de nación ahora son tomadas basadas en lo que es el crimen organizado, las mafias y los bandoleros. A diario se escuchan declaraciones de líderes políticos que dicen algo sobre lo que se debe hacer con los criminales. México ya no es un lugar dónde invertir. El país está gobernado por el crimen. La gente le hemos entregado el poder, simplemente porque no podemos con ellos. Son los abusones que antes se peleaban sólo entre ellos y que, ahora, nos han metido en sus broncas sin que podamos hacer nada al respecto.

Tan importante es el crimen que el actual presidente, Felipe Calderón, ha declarado, sin sustento, que las elecciones de gobernador en el estado de Michoacán, han sido manchadas por el crimen (qué diferente habría sido si su hermana hubiera ganado, pero ése es otro boleto). Estados enteros, según Calderón, viven en un ambiente enlodado por unas personas (y no digo “unas cuantas” porque de eso no estoy ya tan seguro). Es por demás ilógico, siendo que TODOS los partidos, especialmente el PAN, con su inmenso poder económico tiene la posibilidad de colocar en cada casilla observadores reales y ‘ciudadanos’, pero bueno… este es el país que tenemos: uno de dichos y disparates y disparos.

Y, peor aún. Dios nos agarre confesados, que el año que entra es año de elecciones generales. ¿Ya elegiste por quién votar? Como que ni a quién irle. Y esto es generado por esa incertidumbre total en la que vivimos, donde no sabemos quién es el que mueve a los candidatos, si nuestro voto se va a respetar o si “el crimen nos dejará votar en paz, no como en Michoacán”.

El malo, el peor y el feo

Esta encrucijada que nos espera el 1ro de Julio nos presenta el segundo factor de vulnerabilidad. El 2012 nos trae una contienda encarnizada entre tres fuerzas, tan poderosas todas, que pintan para dejarnos noqueados en el primer round.

Primero, tenemos al PRI, con su precandidato único, Enrique Peña Nieto. Que es un inculto, es cierto, no lo pude negar y no podemos ser ciegos ante lo inminente. Si no supo decir tres títulos de libros que lo marcaron es porque, precisamente, nunca ha leído. Está acostumbrado a no tener que leer. Pero, eso no es lo más cuestionable de su figura. Tampoco lo es el ser un títere de Carlos Salinas de Gortari. Todos los políticos, excepto gente tan séptica como Diego Fernández o el mismo Salinas, tienen gente detrás que los ha apoyado y que firman en realidad los decretos. Lo más reprochable de esta figura es la facilidad con la que nos expone su vacuidad en los medios. Es doloroso ver a gente que ha tratado de ganarse un lugar en los medios de comunicación como Carlos Marín, Denise Maerker o Adela Micha, arrastrarse a los pies de quien se ha sublimado a sí mismo como el mesías por excelencia. ¿Acaso nos hemos olvidado de la asquerosa noticia de la absolución de todos los posibles responsables de la muerte de la angelita Paulette? ¿Somos pendejos como dice la hija de este candidato y nos tragamos esas encuestas donde preguntan si es más importante leer o tener buenas propuestas de campaña? ¿Por ser un país de no lectores debemos elegir a uno? El PRI tiene a uno de los más duros colaboradores de su lado: los medios de comunicación.

Luego, el PAN, con su gran inteligencia, preparación y malicia. Admiro a la derecha del mundo por su astucia. La mercadotecnia es muy importante y el PAN la sabe utilizar. Aún no eligen a su candidato, pero algo seguro es que ninguno de los tres posibles es el mejor ni el más indicado (ninguno de los precandidatos de ningún partido hasta ahora lo es; qué diferente habría sido una elección entre Beltrones, Ebrard y Lujambio). Sin embargo, tienen un gran factor a favor: el gobierno. Y nos dimos cuenta en el 88 y en 2006 que es un factor MUY importante. Si bien el supuesto fraude del 88 fue más evidente que el del 2006, el problema en el 2006 no vino solamente después de la elección, sino antes, con la guerra sucia emanada desde el gobierno hacia el candidato que se vio ganador en enero y que perdió en julio por soberbia y por una fuerte campaña de desprestigio. Sea Vázquez Mota, la impreparada, Creel, el gris, o Cordero, el idiota, estamos ante los candidatos más débiles del PAN desde Fox. El mismo opaco de Calderón era más fuerte y fue más hábil siempre que cualquiera de estos tres. No se diga Diego Fernández o Maquío.

Por último, está la izquierda (PRD-PT-Alianza Ciudadana, etc.), con López Obrador. Su proyecto de nación tan cacareado durante siete años (en realidad más de diez), junto con su imagen sencilla lo hacen el más carismático de los candidatos (Peña Nieto es carita, pero un patán). Se ha vuelto loco desde que perdió la presidencia en 2006, pero parece que está tomando medicina o algo así, porque es otro desde hace unas semanas. Ahora, no golpea con todo y parece más cuerdo. Sin embargo, el autoproclamado “Presidente Legítimo” se ha ganado opositores como casi ningún otro líder de opinión en el país. Sus métodos no son los más sensatos, pero esto le ha dado su más fuerte carta: su propio “voto duro”. El voto duro es un término que refiere a esa gente que vota siempre por un partido, sin razón aparente. La mayoría de los partidos fuertes en el mundo lo tienen. El PRI tiene el más famoso de México y el PAN tiene el propio, sin embargo, a diferencia de todos ellos, López Obrador tiene su propio voto duro, no su partido. El PRD es débil, pero AMLO ya trae a gente que va a votar por él incondicionalmente y eso es un valor agregado que nadie le puede dar a ningún partido. Como todo personaje o partido con voto duro, también tiene su voto duro en contra, pero eso no parece afectarle, pues ganó la encuesta que elegiría el candidato de la izquierda a la presidencia por encima de Marcelo Ebrard.

Estamos a expensas de tres poderes muy fuertes que nos tienen tomados del cuello. No nos podremos escapar fácilmente de ello, porque estamos inmersos en una sociedad sin cultura generada, desarrollada y perfeccionada por esa gente que se cree magnánima y todopoderosa y que jamás nos dejará darnos cuenta. Sólo nosotros podemos salvarnos y no lo estamos haciendo como deberíamos. Estamos vulnerables y es más triste porque parecía por el 2006 y el 2009 que los tiempos de debilidad habían pasado. Incluso la alternancia del 2000 (en partido, mas no en ideología), había generado un sentimiento de poder del voto que no se veía desde 1988. Ahora, no se ve tan claro el panorama electoral, porque se han encargado de atontarnos más y más.

Lo que se nos avecina

Se nos viene año de elección en un país copado por la injusticia (¿a poco no es injusto que no podamos salir a estas calles que con nuestro dinero se han construido? ¿a poco no es dolorosamente injusto que 60 mil personas, incluidas unas 30 mil que pudieran ser criminales, hayan dejado huérfanos a sus hijos?), otro de los fallos del gobierno. Se viene una lucha por el poder en una nación sin orden, la última de las faltas del gobierno.

El pueblo necesita darse cuenta de lo que implica vivir en una democracia y de que, definitivamente, México no es una. Por el contrario, sigue siendo la dictadura perfecta que el imbécil de Vargas Llosa dijo. Es el zoológico que el imbécil de Fernando Vallejo. Pero no porque así deba ser, sino porque como pueblo, no entendemos el significado de democracia. Seguimos asumiendo que esta palabra significa votar cada tres años, pero no comprendemos que, en realidad, elegimos a quien nos va a servir, a quien le pagamos y quien TIENE que resolver nuestros problemas porque lo contratamos para ello.

El “gobierno” ha malentendido a la democracia de manera deliberada. El pueblo la ha malentendido sin querer. Y el año que entra será letal. Tres candidatos muy fuertes, no por quienes son, sino por el ejército que traen con ellos, contenderán por seis años de poder casi infinito. México deberá elegir a quien los comande durante seis años porque así se entiende la democracia en esta nación. Durante seis años le estaremos dando nuestros ahorros, nuestro trabajo y nuestras vidas (el cuarto poder provoca que esta frase que suena a cliché, a esquizofrenia, sea cierta y cada vez más tristemente cercana a todo ciudadano) a una persona que decidirá sin considerarnos, sin entendernos… ¡vaya! Sin consultarnos siquiera.

Este es el peligro que corre nuestra nación: de quedar en manos eternas de gente que no quiere otra cosa que nuestras entrañas. Si el país se democratizara, tendrían ellos que preocuparse del poder que tenemos. Nos han ido envolviendo en un letargo que nos lleva a las urnas a votar por quien es el menos peor para dirigirnos, cuando, realmente, deberíamos elegir al mejor para servirnos, porque eso son: servidores públicos, mandatarios y no dictadores.

El 2012 es un año muy peligroso porque será la pauta. Ante candidatos tan pobres en ideas, pero tan ricos en equipos y compromisos, corremos el riesgo de perder para siempre a este país que nos ruega día a día, a fuerza de balazos, sangre y pólvora, que lo recuperemos para siempre porque siempre nos perteneció.

martes, 22 de noviembre de 2011

domingo, 21 de agosto de 2011

Musa

Sin miedo a equivocarme, puedo decir que las dos mejores musas se llaman Tristeza y Soledad



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martes, 5 de julio de 2011

Nole, el ídolo


Los países necesitan ídolos. Las estrellas son necesarias para alumbrar todos los cielos. A veces, esos ídolos se crean. En otras ocasiones, las más contadas, pero las más grandiosas, esas estrellas nacen por sí solas y brillan con su propia luz. Los ídolos de piedra son tallados por aquellos que desean fervientemente tener sobre quién volcar sus esperanzas y sus rezos. Los ídolos que se construyen solos se ganan los rezos a base de acciones. Y, en estos días, un ídolo que se venía generando, explotó y, ahora, deslumbra ese cielo que le había apartado un lugar.

El pasado domingo, el serbio Novak Djokovic terminó con siete años de reinado de dos gigantes del tenis: Roger Federer, el mejor tenista de todos los tiempos, y Rafael Nadal, el mejor jugador del mundo hasta ese domingo. Desde 2002, nadie, además de el suizo y el español, había podido ganar el torneo más prestigioso del tenis: Wimbledon. Y 'Nole' lo hizo, para hacerse de un lugar en la historia del tenis: el primer número uno del mundo en los últimos siete años, diferente a Federer y Nadal.

Este año ha sido de ensueño para Novak. Dentro de sus logros en 2011 se cuentan este torneo de Wimbledon y el Abierto de Australia, además de los torneos de Indian Wells, Miami, Madrid, Roma, entre otros. Ha ganado todos los partidos que ha jugado, excepto la semifinal de Roland Garros ante R-Fed (muchos coincidimos en que, de no ser porque Federer salió ese día como poseído por el mismísimo chamuco, Nole se habría alzado con el abierto francés, también). Su marca en lo que va del año: 48 partidos ganados, 1 perdido.

Para quienes no lo han visto jugar, Novak vendría a ser como un punto intermedio entre la perfección y naturalidad de Federer y la garra y velocidad de Nadal, con un poco del juego semi-lento de Andy Murray. No comparte la fuerza de Nadal, pues esa fuerza se la da el tipo de juego forzado que maneja. Por el contrario, Djokovic basa su regularidad y su racha de victorias en una capacidad sobresaliente de adaptarse al tipo de juego del contrincante, en su velocidad para decidir sus jugadas, a la variedad de tiros que maneja y a una constancia mental, física y tenística que pocos comparten.

Pero más allá del talento para jugar que tiene, Djokovic es una de esos jugadores que da gusto ver disputar un partido. Siempre ha sido el bromista, el carismático, el que quieres tener como amigo porque siempre te hará reír. Es conocido por su juego, pero también por su humor agrio que le ha valido algunas críticas por parte de sus contrincantes (quienes, de cualquier manera son sus amigos). En varias ocasiones, se le ha visto imitando a Federer, Nadal, Roddick, Sharapova o algún otro jugador (incluso a John McEnroe, quien lo retó a disputar dos puntos en el Abierto de Estados Unidos de 2009), dando muestra de su ligereza de carácter. En los juegos, se ve cómo se divierte y cómo le gusta dar espectáculo.

En cada premiación de este año, Nole se ha visto preocupado en tratar de dar sus discursos en el idioma del país donde se lleva a cabo. Este año sorprendió a un servidor al recibir el trofeo en Roma, con un discurso en italiano. En Roland Garros trató de dar una entrevista en francés, aunque se notó que no es su fuerte el idioma galo. Me imagino a Djokovic como una de esas personas medio dementes que no pueden dormir y que, tras de entrenar, se va a su cuarto de hotel y se pone a estudiar una nueva lengua.

El domingo, se veía al crew de Djokovic en su palco, apoyando a Novak. Se podía notar que son gente humilde, de un gran corazón, que gusta de los pequeños placeres de la vida, y que estaban ahí porque es tan importante para ellos, como es para Novak compartirles sus triunfos. Quizá esto lo digo porque para mí, la familia es lo más importante, pero realmente me conmovía ver a sus padres, su hermano y su novia, con el corazón volcado en él, prácticamente jugando con él el partido. Mi corazón latía con fuerza, porque parecían sacados de una película. Y, al final, el júbilo... Gana Djokovic y el palco con su gente más cercana, la gente que más quiere, gritando de alegría, de victoria, porque la victoria es tanto de él, como de ellos. Se les veía felices, realmente felices. Se pusieron camisetas que mandaron hacer para apoyarle y comenzaron a saltar y cantar. Por otro lado, el presidente de Serbia, celebrando de igual manera. A unos cuantos miles de kilómetros de allí, el pueblo entero de Serbia que ve ganar a su ídolo, ve nacer su primer héroe como pueblo independiente: ése que siempre lleva a su país en el corazón; ése que, a diferencia de los demás grandes, juega la Copa Davis defendiendo los colores de su nación y los guió a ganarla por primera vez (Nadal y Federer casi nunca la juegan, alegando lesiones); ése que se asume como el ídolo que es y que no pierde el piso.

Novak Djokovic juega con el corazón y eso es lo que lo diferencia de los demás. Nole es el número uno del mundo, quién sabe por cuánto tiempo. Sin embargo, su carácter, su entrega, su carisma, su talento y, sobre todo, su gran corazón lo hacen realmente un jugador a imitar (como él hace con los demás); ese corazón que lo hace ser una gran persona, el orgullo más grande de su familia y el héroe de su país. Algún día, yo le contaré a mis hijos de su majestad Roger Federer, 16 veces campeón de Grand Slams y de cómo no había nadie en el mundo que le pudiera ganar, del toro Rafael Nadal, 10 veces ganador de Grand Slams, el más joven en ganarlos todos y el mejor jugador en arcilla del mundo... y del 'Djoker', Novak Djokovic, el único que se ha podido erigir como el héroe, el ídolo, la más grande figura de un país entero.


miércoles, 8 de junio de 2011

Necesitamos más Chicharitos pt. 2

Justo ayer sucedió. Ayer, todo fue más claro y todo es más sencillo de entender y explicar.

Necesitamos más Chicharitos. Muchos más Chicharitos.

Dicen que las comparaciones son odiosas pero, en este caso, lo creo necesario.

Goleadores ha habido muchos en México. Ahí están Enrique Borja, Salvador Reyes, Zaguinho, Carlos Hermosillo y Hugo Sánchez. Pero no necesitamos más de ellos. Necesitamos más Chicharitos. Y es que ayer encontré el ejemplo perfecto de por qué necesitamos más gente como él.

Al llegar la selección a Charlotte, Carolina del Norte, segunda sede del Tri en la Copa Oro 2011, dentro del grupo de gente que fue a recibirlos, se encontraba una muchacha mexicana llamada Jessica. Puede parecer poco menos que ordinario, porque Jessica es un nombre común y mucha gente espera a la selección en su hotel de concentración en los diversos certámenes en que participa. Bueno, pues, sucede que Jessica sufre de Espina Bífida, una enfermedad incapacitante. En su silla de ruedas, esperaba ver a la selección y, especialmente, a Javier Hernández, el ídolo de la afición. Al bajar del autobús, sin que nadie se lo pidiera, Hernández vio a Jessica y, sin dudarlo, fue hacia ella para darle autógrafos y tomarse fotos con ella. Jessica lloró de la emoción, como casi está haciendo su narrador en estos momentos. Estoy seguro que, a pesar de vivir en un país con una infraestructura infinitamente superior a la de México, como es Estados Unidos, su vida no ha sido para nada fácil. Batalla contra muchos obstáculos que se le presentan. Sin embargo, estoy seguro, también, de que Jessica nunca va a olvidar ese momento en que su ídolo, ése que le mete goles cada domingo a los mejores porteros del mundo, en los mejores estadios del mundo, contra los mejores equipos del mundo, se tomó el tiempo de ir con ella para hacerle un poquito alegre un momento.

Goleadores ha habido muchos. Chicharitos pocos. En otra anécdota que viene al caso, un amigo mío, en una ocasión, se encontró en el aeropuerto de la Ciudad de México, con el equipo de los Pumas de la UNAM. En aquellos ayeres, el equipo de Universidad era dirigido por el pentapichichi, goleador, certero y letal Hugo Sánchez. Mi amigo buscó algo en qué pedirle un autógrafo y se acercó al gran futbolista. Cuando mi amigo le pidió su firma, Hugol, con un gesto despectivo, sin voltear a verlo, le dijo tajantemente: "No puedo. Estoy leyendo el periódico."

Chicharito es especial por eso. Es exageradamente bueno para jugar futbol. José Mourinho, técnico del Real Madrid, ha comenzado a buscar negociarlo, pero Sir Alex Ferguson, su homólogo del Manchester United, equipo donde juega Hernández, ha dicho que Javier es intocable y que ni Higuaín o Benzemá lo harán cambiar de parecer. A pesar de ello, entiende muy bien dónde está y que es gracias a esa gente como Jessica que gana las 50,000 libras semanales que le pagan. Se gana su salario con su calidad deportiva; se quita cualquier envidia de encima con su calidad humana.

Necesitamos más Chicharitos porque sólo el Chicharito ha logrado comprender que no estaría donde está si no fuera por esa gente que va a los estadios a verlo meter sus goles de cara y de nuca. Chicharito es especial porque hace llorar a sus fans de alegría, no de tristeza (imaginen si mi amigo hubiera sido un niño pequeño o alguien como Jessica que con esfuerzo va a ver a su ídolo). Chicharito es especial porque trabaja bien y sabe para quién trabaja.

Todos gritemos su nombre. Coreemos su nombre. Él es el verdadero ídolo. Qué más da si es técnicamente más limitado que Giovani dos Santos o Andrés Guardado. Qué más da si juega en el América alguna vez. Qué más da si mañana decide retirarse y jamás rompe los récords de Hugo o de Hermosillo. Para mí, ya se ganó su lugar como el mejor jugador mexicano que ha habido. Para mí, ya es el ídolo que México necesitaba.

martes, 31 de mayo de 2011

Nadal, el malquerido


Hace algún tiempo, contrariado, el tenista español (seguro se enojará si digo que es español, pero, para todo el mundo, la gente nacida en España se llama así) Rafael Nadal, reclamó al público de Roland Garros la actitud que suele tener hacia él: vitoreando con fuerza los aciertos de sus rivales y siendo poco corteses con él. Esta situación es muy común en casi cualquier torneo que juega. Normalmente es el niño que nadie pela, que a todos les cae gordo, que pocos lo toman como su jugador favorito y que muchos, secretamente o no tanto, quieren que pierda.

Es difícil entender por qué sucede esto. Y es difícil porque podría parecer que da más razones para ser el favorito de todos: tiene un juego que pocos contrincantes pueden descifrar, lo cual lo hace casi invencible (sólo Novak Djokovic parece haberle agarrado la mano al chango), es el número uno del mundo, el jugador más joven en lograr el Career Grand Slam (ganar los cuatro torneos "grandes" en su carrera), entre otras maravillas. Y, a pesar de todo, es el apestado.

Mi papá, un gran conocedor, jugador y fanático del tenis, me preguntó una vez, en un tono más de lástima hacia el manacorí (así no se enojaría), por qué será que nadie lo quiere. "Pocas veces reclama, cuando hay una bola dudosa a favor de un contrario se l
a da por buena, si pega una bola y la gana de suerte pide perdón, sus declaraciones siempre son para alabar a sus contrarios... parece como que no hay razón." Realmente parece que no la hay.

Recuerdo las primeras veces que lo vi jugar. El primer partido que recuerdo de él, fue la semifinal de Roland Garros 2004, cuando venció a Federer. Era número cuatro del mundo y Federer ya era número uno, el favorito y querido de la afición que es. Fue una sorpresa. Recuerdo cuando lo vi, con sus pantalones pesqueros, su playera sin mangas, su banda en la cabeza, su pelo largo, su jalada de calzón y acomodada de calcetines (la cual ha borrado de su repertorio de compulsiones) y pensé para mis adentros "Ese cuate
es un mamón."

Y realmente es un mamón dentro de la cancha, el tipo. Creo que en eso recae la tirria que mucha gente le tiene. Es alguien que muy difícilmente puedes pensar que podría llegar a ser tu amigo. No te puedes identificar con él, como puedes hacerlo con Djokovic, Federer, Roddick o chavas como Maria Sharapova, Caroline Wozniacki, Kim Clijsters o Li Na. No es alguien que invitarías a tu fiesta de cumpleaños a cotorrear. Parece que no sabe divertirse.
Nadal llega a los partidos, con su maletota, sus tenis hechos a la medida, su banda bien atada a la cabeza y sus dos pinches botellitas de agua. Quien no lo ha visto jugar, no entendería por qué me desesperan. Sucede que, cuando toma agua, toma de ambas botellas y las deja siempre en el mismo lugar y al mismo nivel. No tengo la menor duda de que Nadal tiene DOC (Desorden Obsesivo-Compulsivo). El botar tanto la bola como lo hace (nunca menos de diez veces), acomodarse el cabello, el calzón, antes las medias, ahora escupir, el acomodar sus botellas, son síntomas claros de algún problema que tiene. No me las doy de psiquiatra, solamente que no se puede negar lo que se ve.

Cuando el juez de silla llama a los jugadores para el volado, Nadal va al centro y se mueve como boxeador TODO EL RATO. He cachado a más de algún contrincante haciendo una fabulosa y priceless cara de WTF. Luego, cuando va a calentar, se va corriendo a toda velocidad hacia el fondo de la cancha. Parece toro recién salido al ruedo. Quizá es esa la razón del logo que le hizo Nike para patrocinarlo. Esa misma corretiza agarra cuando ya van a jugar, cada cambio de cancha.

Su casi hiperactividad que muestra antes de jugar es totalmente contradictoria con su comportamiento ya dentro del partido. Rafa dura HORAS para sacar. Por su botar tanto la bola, acomodarse tanto el calzón y escupir tanto, parece que no le pasa el tiempo. Discúlpenme, pero eso, ¿qué chingados? La pobre gente que pagó un dineral por ver su partido va a ver tenis, no compulsiones de un mamoncillo (que resulta ser el mejor jugador del mundo en la actualidad). Eso, en el solazo de París, se traduce en un descontento del público. Quizá no es muy explícito, pero se nota.

Cuando festeja, en lugar de hacer un ademán de gusto como cualquier otro, hace un pote con su brazo, para mostrar su musculatura y "demostrar" que es superior a su rival. Cuando gana, a diferencia de gente como Agassi (que, paradójicamente odiaba jugar tenis), Federer, Djokovic o Sharapova, quienes hacen reverencias hacia la gente que los va a ver, Nadal se tira al piso para celebrar muy hacia sí mismo su victoria.

Nadal es introvertido, pero de una manera arrogante. A esto, hay que agregarle el hecho de que ha vertido algunas declaraciones desafortunadas, como decirle Sudaca (expresión peyorativa de los españoles a los sudamericanos) a Gaudio (quien tampoco es un pan de Dios) o decir que las mujeres no deberían ganar lo mismo que los hombres en los torneos.

Nadal es un jugadorazo. Desde muy pequeño fue entrenado para ser el mejor, al grado de que, si nunca se han fijado, es un derecho natural hecho zurdo para jugar. Sin embargo, es un mamón y eso le ha hecho estar peleado con la masa, quienes prefieren que le ganen. Corean los nombres de sus contrincantes y esto, como una vez dijo él mismo, duele.

Nadal es el malquerido del tenis. El mejor jugador del mundo, pero el menos favorito.

domingo, 22 de mayo de 2011

12:50, press Return


Nunca he encontrado un ejemplo cinematográfico más claro sobre "tomar decisiones", que esa escena fabulosa en "PI, el orden del caos", cuando Max, el personaje principal, tras haber alimentado en su computadora, una serie de datos muy larga, a un algoritmo que llevaría, posiblemente, a entender un poco el caos en el universo, duda antes de oprimir el botón de ENTER.

Muchas veces estamos sentados en una mesa de un café frente a una hermosa mujer y dudamos antes de decirle "Te quiero"; o hemos maquinado todo un plan de vida y una propuesta y dudamos antes de presentársela a una persona involucrada en ésta; o dudamos más adelante, antes de contar ese plan de vida a una persona querida que se verá afectada por ese proyecto.

Muchas veces, estamos frente a la computadora y, tras escribir un correo larguísimo o un comentario en un chat que puede ser importante, dudamos antes de oprimir "enviar", mientras vemos con dolor cómo se burla de nosotros esa línea vertical parpadeante al final de nuestro texto.

Muchas veces tenemos marcado un número telefónico y dudamos antes de presionar el botón verde de enviar.

Muchas veces, sólo dudamos... Y, a veces, también, no hacemos lo que deseamos con todo el corazón hacer aunque dudemos. Y es cuando nos arrepentimos.

Me atrevo a asegurar que ninguno de nosotros se ha arrepentido de haber presionado el botón de "enter" en esos momentos.

12:50, press Return.




domingo, 15 de mayo de 2011

Asombrarse

Con el pasar del tiempo, la capacidad de asombro se va perdiendo. Yo siempre he creído que uno envejece cuando ha perdido esa fría electricidad que recorre la piel cuando uno presencia un evento o situación inesperada.

El asombro puede darse al descubrir que la vida realmente es como un partido de futbol infantil. Hay quienes hacen su mayor esfuerzo, pero simplemente están jugando en una categoría superior. Hay quienes juegan en ventaja por, precisamente, participar en una categoría inferior a la que deberían y, basta conque se den cuenta para decidirse a cambiar o quedarse estancados en esa posición cómoda del cachirul. Pero, perdidos entre el montón de chiquillos que corren detrás del balón, se encuentra a un grupo selecto de cracks que corren, pelean, cabecean, meten, se desmarcan, disparan... Pareciera que por sí solos podrían ganar los partidos. Pero no es así. En el futbol, como en la vida, esa gente talentosa necesita de sus compañeros, de su entrenador, de su público, para lograr vencer.

Así, pues, es sólo así, respaldados por todo su equipo (incluso sus compañeros menos hábiles) que, al final de todo, a pesar de las adversidades, soportando los leñazos de los defensas contrarios, esos Pelés, esos Maradonas, esos Messis, pueden, antes del silbatazo final, anotar el gol de la victoria.


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viernes, 13 de mayo de 2011

Respira

Es curioso cómo hay momentos en la vida que nos quitan el aliento. Sean buenas o malas, estas situaciones nos hacen perder por un momento la capacidad de respirar. Puede ser el influir en el futuro de un alumno al pasarlo o reprobarlo en una materia; el mirar una injusticia; puede ser pensar en una mujer bella a quien deseas o llenar un formato que se debe rellenar correctamente a la primera. Siempre tenemos esos momentos que nos asfixian, nos ahogan y no nos permiten respirar. Casi a diario nos enfrentamos con este momento y nos obliga a buscar nuevas alternativas para solucionar eso que nos hizo ponernos al borde de un desmayo. A veces, sólo a veces, está en nuestras manos la solución. A veces, sólo a veces, lo único que nos falta es escucharnos a nosotros mismos cuando nos decimos "¡Respira!"


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martes, 29 de marzo de 2011

Necesitamos más Chicharitos pt. 1

Voy a aventurarme a decir algo que creo de todo corazón: Javier "El Chicharito" Hernández es lo mejor que le sucedió a México en 2010 (junto con la designación de Ximena Navarrete como Miss Universo, pero ese es otro boleto).

El año 2010 para México significó un año de pobreza social, desorden político, muerte, destrucción, miedo, derrota... Fue desastroso. El año terminó con un problema de inseguridad que inundaba las primeras páginas de todos los periódicos: un muerto aquí, diez muertos acá, explosiones en bares, carreteras sitiadas y otras maravillas heredadas por la bendita guerra contra el narco. Nada estaba seguro en este país, más que la violencia que nos llenaba las calles.

De pronto, como de la nada, llegó un muchachillo alegre, gritón, dicharachero y muy educado a meter goles en uno de los equipos con más afición de México. En solamente ocho partidos, Javier Hernández, apodado "Chicharito", con veintidós años y unos cuantos partidos en primera división, anotó diez goles, convirtiéndose en el más reciente campeón de goleo del Guadalajara en la Primera División Mexicana. Al ser seleccionado nacional, no terminaría el torneo de Clausura 2010 y saldría del equipo para la concentración de dos meses, previa al campeonato mundial de Sudáfrica de ese mismo año. Sorprendió, entonces, cuando faltó a uno de los últimos partidos por ir a Europa a ver un partido del Manchester United. Más sorpresa fue el saber que el motivo de ese viaje era firmar su contrato de venta a ese equipo de la élite europea.

Chicharito es un jugador diferente: no le teme a las alturas, pero tiene los pies bien puestos sobre la tierra. A diferencia de jugadores como Hugo Sánchez o Rafa Márquez, Hernández llegó directamente a uno de los equipos grandes del viejo continente. Aun cuando los mencionados jugadores militaron en el Real Madrid y Barcelona, respectivamente, lo hicieron tras dar sus primeros pasos en equipos de menor envergadura, como son el Atlético de Madrid y el Mónaco. Ha jugado poco, pero ha respondido mucho. Se ha vuelto común ver en el periódico noticias sobre los goles de Javier. No ha necesitado ese tan defendido proceso que, supuestamente, deben pasar todos los jugadores antes de ser capaces de echarse equipos a los hombros, de tener enormes responsabilidades y de responder haciendo las cosas bien. Anotó gol en su debut con el Guadalajara, en su debut con la selección, en su debut en Copa del Mundo y en su debut en el Manchester United. Nunca se ve al Chicharito sufriendo en la cancha; por el contrario, disfruta cada partido y no se amilana cuando tiene que enfrentarse a defensores férreos como John Terry o Rio Ferdinand. Tampoco se pierde en la cancha a la sombra de Rooney o Berbatov. Por el contrario, Hernández ha sido capaz de convertirse en un excelente compañero para ellos, pues asiste, pasa, juega, defiende y, cuando le toca (sin querer siempre hacerlo), define como solo los grandes delanteros saben hacerlo.

Chicharito mete gol de cara, de nuca, de taquito... Es el mejor delantero (sin duda, muy a pesar de aquellos que dicen lo contrario) que ha habido en el país, desde Jared Borgetti y, quizá, desde Hugo Sánchez. Para dar una idea, en la primera campaña de Hugo Sánchez en Europa, anotó ocho goles en La Liga, mientras que Hernández ha anotado diez (y la temporada no ha terminado aún); Sánchez llegó como estrella consumada, mientras que Hernández a penas comienza su ascenso.

Pero, quizá, lo más sobresaliente de Javier no es su indudable capacidad goleadora que lo lleva a estar siempre en el momento exacto para iniciar jugadas o para terminarlas, sino su carisma y humildad. Escuchar hablar al Chicharito es siempre un gusto. En un mundo donde la gente que sobresale es, comúnmente, la más pedante (ejemplos sobran, como Cristiano Ronaldo y el mismo Hugo Sánchez), siempre escuchamos a Javier llenar de elogios a los contrarios, a sus compañeros, a la afición y, por si fuera poco, agradece el apoyo y la suerte de estar en ese lugar y remata (como el gran delantero que es) conque lo más importante no es su gol sino el ayudar a su equipo. Siempre sonríe a las cámaras, pero es una sonrisa amable, de amigo, no la altanera y burlona de Carlos Vela.

Chicharito es, además de ser un jugador diferente, una persona diferente. Podría ser un ególatra y tendría razón de serlo. Pero no lo es. Él demuestra su valía con trabajo y no con palabras. Demuestra en la cancha que es muy capaz y fuera de ella lo confirma. Es un fenómeno.

Me declaro un admirador de Javier Hernández, a pesar de ser más joven que yo. ¡Quiero ser como el Chicharito! ¡Viva el Chicharito! ¡Chicharito para presidente!

jueves, 10 de marzo de 2011

La vida es simple

Nuestras mentes están acostumbradas a enredar las cosas. Siempre vivimos con esa complicación de saber si debemos, si podemos, si se nos permite... ¡patrañas! La vida es demasiado simple... es más sencilla de lo que creemos:

O queremos, o no... o nos arriesgamos, o no... o buscamos, o no... o intentamos, o no.. o amamos, o no... o deseamos, o no... o vivimos, o no... o nos enamoramos, o no... o nos tomamos las manos, o no... o gritamos, o no... o somos justos, o no...

Les aseguro desde ahora que uno es más feliz cuando se da cuenta de esta simpleza de la vida. No más intentar en vano... no más autoengañarnos y convencernos a nosotros mismos de que esto es algo bueno y hay que hacerlo...

O queremos, o no. Punto.

miércoles, 9 de marzo de 2011

I realized quickly, when I knew I should...

Antes de comenzar esta nota, debo decir que esto ya lo había hecho mi buen amigo y colega Jorge García Celorio, pero creo que no le molestará que siga su ejemplo.


Veinticinco años se dicen fácil. Todavía recuerdo cuando, teniendo unos diez u once años, mi padre me explicó qué son las elecciones y que a los dieciocho años se puede votar. "Pero tú vas a votar hasta los veinte, porque no hay elecciones sino hasta entonces", me dijo. Me daba cuenta que me faltaban nada más ni nada menos que nueve para llegar allí. Ahora, ya han pasado cinco años de eso, ya voté dos veces y voy por mi tercera. Veinticinco años se dice fácil... se viven fácil.


Durante este tiempo he aprendido muchas cosas de la vida que me han marcado y me han guiado a través de las diferentes decisiones que he tomado (y las que tomaré). Es tonto decir que lo que se vive no le deja enseñanza; un escritor no puede desligarse de lo que ha vivido y siempre plasmará en sus escritos un poco de su vida. Así, en la vida, uno vive de acuerdo con las experiencias que ha adquirido.


De esta forma puedo decir que muchas experiencias y aprendizajes me han marcado y me hacen ser la persona que soy. Bueno o malo, soy quien soy por lo que he vivido y la gente que ha vivido esto conmigo. A todas esas personas les agradezco su cariño y su amistad y debo decirles que es gracias a ustedes que estos veinticinco años han tenido sentido. Por todo esto, quisiera hacer una reflexión sobre mi vida y lo que este cuarto de siglo ha dejado en mí.


Desde muy chico entendí que debe uno aceptar que existen círculos a los que pertenece, lo quiera o no: la familia, los amigos, la relación con la novia, el trabajo, la escuela... Y es importante aprender a darles prioridad. Mi familia, a pesar de ser, quizá, la familia no nuclear más desunida del mundo (mis padres y yo tenemos una excelente relación, pero fuera de ello, son muy pocas las ocasiones en las que convivimos con mis tíos, primos, abuelita, etc.), nos queremos muchísimo y somos la primera prioridad siempre, antes que los demás. Eso nos ha costado relaciones, sin embargo, estoy seguro que ninguno de nosotros nos arrepentimos.


Eso de las prioridades, sin embargo, me complica la vida. Siempre he vivido tratando de cumplir con esos círculos. Si pueden leer, dentro de los círculos, no incluí uno que diga "la relación con uno mismo", porque siempre la dejo al final. Me cuesta mucho trabajo darme tiempo para mí mismo, porque trato de cumplir con todo lo demás antes. Esto normalmente me complica las cosas, pero no me molesta. Así he vivido hasta hoy.


Otra cosa que aprendí desde pequeño es que no hay mejor momento en la vida que cuando ríes con tus amigos a carcajadas. Soy una persona solitaria - a la fuerza al ser hijo único -, pero sé que el pasar tiempo con los amigos es maravilloso.


Aprendí que soy una persona demasiado fría. Es muy difícil llegar a ser mi amigo (realmente amigo). Pocas personas saben lo que pienso y lo que siento, porque nunca aprendí a externar lo que traigo dentro. Mi familia así es y así crecí. Sin embargo, si llegas a ser mi amigo(a), puedes estar seguro(a) que puedes contar conmigo para lo que sea y que, aun cuando no siempre me acuerdo de ti, nunca dejarás ese lugar en mi corazón.


En estos veinticinco años he aprendido que existe gente que se queda en tu corazón aunque no valga la pena y gente en cuyo corazón, a pesar de creer que así fue, nunca dejaste huella. Ese sentimiento es extraño y doloroso, pero es real y creo que todo mundo lo ha sentido. Por otro lado, existe ese sentimiento grandioso de haber trascendido en el corazón de alguien que no esperabas y que logra ser una persona muy importante en tu vida.


Existe una frase que les escribí a mis alumnos hace un año que decía algo parecido a esto: "Si no encajan en un lugar, NO ENCAJAN. La vida es como el tetris". A fuerza de palos he aprendido esto. A veces, uno quiere forzar algo en los sentimientos de los demás, lo cual es inútil (no digo que es tonto, porque todos lo hemos hecho y, la verdad, no es tan malo). No digo que nunca más lo vaya a hacer. Es más, no puedo decir que no lo esté haciendo o lo haya hecho recientemente. A veces, las piezas entran muy a fuerza e, ingenuamente, creemos que siempre es así y siempre lo intentamos, aunque no haya ningún indicio de que sea así. No digo que no hay que hacerlo, simplemente hay que estar preparados para cuando nos demos cuenta de que hay que desistir.


Aprendí a querer mucho. Realmente, si alguna vez te he dicho que te quiero (aun si fue en una borrachera), es porque te quiero y eso nunca muere.


Me gusta escribir y, aunque no puedo decir que lo hago bien, lo hago con la regularidad y he mejorado. He aprendido que no hay manera mejor de compartir lo que uno piensa o siente, que con la palabra escrita. Las palabras orales normalmente se las lleva el viento (Platón, Homero y Pitágoras son excepciones interesantes, pero unas de las pocas), mientras que lo escrito se queda para siempre. En cuanto dé clic al botón de publish de esta nota, lo que haya escrito quedará para siempre en el ciber espacio. Aun cuando lo borre, en algún momento estas palabras dejaron de estar en mi memoria ROM y pasaron a ser parte del universo de bits. De la misma manera, al imprimir un libro (o publicar un cuento), se plasman en papel las ideas y, especialmente cuando regalas una copia, quedan para siempre en un papel que no podras destruir. Si hubiera un trabajo al que quisiera dedicarme es a ser escritor.


La vida me ha enseñado que enseñar es la actividad más gratificante que hay. La posibilidad de influir en las mentes de quienes van a mandar al mundo en un futuro me llena de un entusiasmo que, dudo, encontraría en otra actividad. Si bien, mi profesión soñada es la de escritor, el ser escritor es una actividad egoísta: escribes lo que piensas y ya. El enseñar es un oficio que se comparte con el alumno. El profesor aprende mucho más de los alumnos que los alumnos del profesor y eso, aunque suene cursi, me hace sentir muy afortunado de ser profesor.


Aprendí, aunque, desafortunadamente no he podido ponerlo en práctica, que el haber tenido la vida que he llevado (la familia en la que crecí, las amistades que he recolectado, la educación que he recibido, las herramientas que se me han proporcionado), me obligan a retribuir a la sociedad lo que se me ha brindado. Pienso (y en eso sé que muchos MUCHOS de mis amigos difieren conmigo), que uno no debe ver solamente por sí mismo y que antes de asegurar la libertad en el mundo, se debe asegurar la justicia. Creo firmemente que una persona no puede ser libre mientras no compita en las mismas condiciones con aquellos que deberían de estar a su nivel. No puede ser que se diga que una persona es pobre porque no ha asumido su libertad de ser rico, cuando las reglas de competencia no son lo suficientemente justas como para que pueda asumir esa libertad. Por otro lado, no se puede decir que una persona es libre de hacer lo que quiera, cuando lo que hace afecta a los demás (incluso indirectamente), especialmente cuando esa gente a quien se afecta no entiende que se le está afectando. Algún día quisiera dedicarme a asegurar esa justicia para que todos podamos ser libres.


He aprendido que la gente que lo rodea a uno es la que hace que la vida sea tan maravillosa como es. He aprendido que la distancia es solamente una ilusión y que, gracias a las ventajas de la tecnología, se puede tener una amistad sincera aun con gente que vive en otro continente. Que las amistades más antiguas nunca mueren, si fueron amistades en realidad. Que las amistades nuevas son igual de buenas, pero solamente sabremos si fueron reales al pasar los años. Que uno no conoce realmente el mar si no ha visitado Skagen o ha viajado en barco con sus amigos. Que un fin de semana en Chapala es suficiente para calmar cualquier nostalgia. Que vivo enamorado siempre, pero nunca amando. Espero algún día ser amante, no enamorado.


He aprendido que nunca se deja de aprender y que, el día de mañana, si muero, moriré en paz porque sé que he aprendido lo que he tenido que aprender hasta hoy... pero siempre con ganas de aprender más.

martes, 22 de febrero de 2011

Microcuento



México

-Esto se nos está yendo de las manos.
-No, compadre. Esto se nos está yendo a la mierda.


jueves, 10 de febrero de 2011

Una vez más

Le gustaría verla una vez más. Sentado en su habitación, leyendo un libro, realmente no lee, porque piensa en ella, que llegó hablando de magia y música y humor. Pensaba en ella, que no vive en un mundo de maravillas, sino que las maravillas, las dice, las hace, las tiene ella. En ella, que ha visto tan poco, pero que ha disfrutado tanto a su lado. En ella, que le gustaría ver una vez más.

Piensa siempre en ella y trata, sin lograrlo completamente, de escribirle una carta. Hace tiempo que quiere hacerlo. Hace tiempo que lo ameritaba. Hace tiempo que tiene cosas que escribir y que no se atrevía. ¿Por qué? Porque así es él. Tenía miedo de lo que pudiera responder. Ahora, le encantaría saberlo.

Le gustaría verla una vez más y no se ha podido. Por una u otra razón no se ha podido. Parece tanto el tiempo que hace de la última sonrisa de ella frente a su mirada. Y parece tanto porque es tanto. Casi nunca se ven. Y, al mismo tiempo, no sabe si ella quiera que se vean. Parece que sí y, a veces, parece que no. Duda. No lo sabe. Es extraño, porque, cuando están juntos es genial, el tiempo vuela y se divierten. Pero es tan a cuentagotas el tiempo juntos.

Le gustaría verla una vez más y no sabe si ella quiera lo mismo y eso le hace sentir tantas dudas.

Y es raro, porque, al no verse, él siente algo que nunca antes había experimentado: la extrañaba. Toma el lápiz y empieza la carta y escribe con su mejor caligrafía: "Te extraño". Y es que, junto a ella, siempre quiere ser mejor. A veces exagera al intentarlo, pero no le importa. Piensa en ella, y en esa sonrisa que quiso besar y que aún quiere besar. Escribe eso sobre el papel. La carta toma forma.

Se acerca una fecha especial y quisiera estar con ella. Sabe que ella no querrá o no podrá y terminará frustrado. No sabe si intentarlo. Al menos la carta quedará lista. Sonríe, la recuerda y recuerda su cuerpo amable de princesa, su figura exacta y sus curvas de tentación, sus manos gentiles, sus ojos claros, toda ella.

Y, de pronto, recuerda esos momentos en que pareciera que no quiere estar con él. Toma la hoja de la carta, lee en voz alta algunas líneas "te extraño", "tu figura mágica", "tu inteligencia que me hace sentirme tan pequeño, pero, a la vez, tan afortunado de estar a tu lado"... Se frustra, pero no llora. El llanto es para los amantes, no para los enamorados. Se dirige a su cuarto a dormir.

Mientras él hace bolas la carta y la lanza al bote de basura, como pretendiendo que el viento de la parábola que describe su tiro borre las palabras que salieron del corazón pero terminarán en el basurero, ella se acuesta en su cama a dormir, pensando en él y en lo mucho que desea que él no se rinda.

miércoles, 19 de enero de 2011

La Revolución de 2010 (un cuento obligatorio)

- ¿Y si tiene razón el doctor? -preguntó ella al comandante, mientras él miraba al vacío en ese cuartucho de cinco por cinco que les había servido de cuartel y refugio desde el primer día, más de dos años antes, hasta ese día 19 de marzo.

El comandante estaba tan absorto en sus pensamientos que no la escuchó. No podía ni siquiera darse cuenta de que estaba allí, donde tiempo atrás, cada vez que leía las noticias, derramaba lágrimas de impotencia y de coraje mientras apretaba el periódico con todas sus fuerzas; en ese lugar donde había logrado reunir a tantas personas que pensaban como él, que apretaban el periódico todos los días; en ese lugar donde había logrado convencer al doctor de unirse a su causa a pesar de las diferencias entre las ideas de uno y otro; allí donde se había desvelado noches enteras escribiendo, primero, los cinco puntos que serían títulos de los capítulos de lo que después fue un ensayo de 67 páginas donde se explicaba la razón de la lucha y que se convertirían en el manual de la revolución; en ese lugar donde la había conocido y conquistado a ella, quien le hablaba en ese momento sin que él escuchara; sentado en esa silla que era la única que se había quedado del juego de seis del comedor que había vendido para financiar la compra de armas a un guerrillero semipatriota que las vendió baratas.

El comandante recordó, hasta sin quererlo, ese primer día cuando invitó a sus aliados en la lucha: el aviador, el poeta, el profesor, la abogada, el doctor y ella. Los sentó alrededor de la mesa mientras les hablaba de ese pésimo mundo y ese chiquero que quedaba del país. Recordó cómo miró sus caras de asombro mientras gritaba repitiendo palabras de Zapata, de "el Ché", de Martin Luther King y todas esas personas que le inspiraban a luchar. Muchos de ellos estaban escépticos ante la posibilidad real de cambiar el país. "Recuerden que todo aquello que fue puesto en este mundo, todo lo hecho por la mano de Dios, es transformable. Si el país... ¡si el mundo entero no lo fuera, entonces nosotros no deberíamos de existir!", dijo el comandante, convenciendo a casi todos de la necesidad de una lucha... a todos, excepto al doctor.

Le dio una copia de su ensayo titulado "Sentimientos de la Nación" a cada uno de los allí reunidos, enfureciendo al doctor, quien le lanzó los papeles al pecho.

-¿Cómo te atreves a poner ese título a algo así? Eres- dijo -un ladrón de ideas. Si Morelos leyera ese manuscrito, te golpearía en la cara, porque lo que él quería de México no era héroes, sino hombres. Morelos no heredó el país a estrellas, sino a engranes que ayuden a mejorar este país. ¡No debes lucirte para lograr un cambio! Debes trabajar.

Todos se conmovieron tanto con las palabras del doctor que, a pesar de estar totalmente decididos de iniciar la batalla, convencieron al comandante de cambiar el nombre del texto. A partir de ese primer día, el tratado de sus razones para luchar fue llamado "Plan de Guadalajara" y, a pesar de nombrarlo "Comandante de la Revolución", estuvieron todos de acuerdo en que no se asumirían como héroes en caso de ganarla. Sus nombres no deberían aparecer en los libros de texto como héroes. Si perdían, de todos modos no aparecerían. Por ello es que se dieron nombres clave al principio: aviador, profesor, doctor, abogada, poeta y ella, quien para el comandante solamente era ella y a quien amaba y no podía llamar por su clave, "Química". Después, esos nombres clave se convertirían en sus verdaderos nombres de pila y aquéllos que estaban escritos en sus actas de nacimiento se convirtieron en simples apodos fuera del mundo real que ellos empezarían a escribir.

El doctor duró escéptico durante varias semanas, mientras discutía a diario con el comandante. No es que no quisiera cambiar al país, que no deseara con todas sus fuerzas matar al mal gobierno o que pensara que así era mejor. Era solamente que las maneras que planteaba el comandante no lo convencían. Mencionaba seguido a dictadores que habían vencido a sus opositores y se habían alzado más poderosos que nunca. "¿Entonces qué haces aquí?", le preguntó una vez el aviador. "Estoy aquí porque quiero lo mismo que tú: un país más justo. Es solo que necesitamos una estrategia mejor planteada." Entre el profesor y el doctor, pulieron el Plan de Guadalajara para que fuera un verdadero plan de guerra, sin quitar la parte importante escrita por el comandante.

- Excelente nombre tiene este escritillo -solía decir el doctor -. Pancho Villa decía que Guadalajara era el gallinero de la Revolución. Ahora estaría orgulloso de nosotros.

La abogada se encargó de enviar el ensayo a todos los periódicos y revistas independientes y conocidos por subversivos del país. En más de la mitad, los publicaron, una página al día, hasta que se llegó el día 12 de diciembre de 2010, una fecha importante, pues en los últimos tres párrafos del Plan, se podía leer:

Hermanos Mexicanos, démonos cuenta de la necesidad de cambiar este mundo nuestro, este país que solamente nos llena de tristeza. Nosotros podemos lograr que este país de nuestros abuelos y nuestros padres sea mejor para nuestros hijos. Les pregunto, hermanos y hermanas, ¿Es esta la nación que le queremos heredar a nuestros vástagos? ¿Es acaso esta agua contaminada por el petróleo del gobierno, estas calles llenas de los hoyos del presupuesto de nuestros impuestos, este cielo marrón y esta sangre envenenada, triste y pobre la que queremos que reciban nuestros nietos?

No es posible tanta pobreza y tanta soledad. No es posible que nos dejen a nuestra suerte, hermanos. Muchos se quejan y no hacen nada. Muchos se quejan de los que se quejan porque dicen que uno no puede esperar que el gobierno nos saque de los problemas. Y yo me pregunto: ¿Por qué no, si es su trabajo? ¡Claro! No se puede esperar eso del mal gobierno. Pero de un gobierno que responda al pueblo porque salga del pueblo, sí se puede esperar representación, ayuda y una búsqueda por la justicia y la libertad. La respuesta es simple: cambiemos al mal gobierno por uno bueno, nacido del pueblo, listo para cumplir y servir al pueblo, porque la verdadera democracia así lo dicta.

Por todo esto, hermanos Mexicanos, los conmino a unirse a una causa que no solamente es justa, sino que es obligatoria. El país no está bien, ni está cerca de estarlo. Unámonos en una lucha que pretendería ser pacífica, pero que tomará las armas de ser necesario. No podemos permitirnos el lujo de seguir alimentando a esta raza de gente inútil llamada "clase política". El día de mañana, hermanos, tomemos las plazas, las ciudades, los pueblos, las iglesias, las escuelas de toda la nación, y gritemos con todas las fuerzas "¡Esto va a cambiar! ¡México va a cambiar! ¡Viva México!" Que el 13 de diciembre sea recordado por nuestros hijos y nietos y quienes nos sobrevivan, como el día en que México comenzó a cambiar; el día en que inició la verdadera Revolución de 2010.

El comandante iba y volvía a la realidad en ese cuartucho, mientras se sentía exactamente igual que cuando estuvo a punto de morir por primera vez, hacía más de un año, cuando el ejército les ganó una batalla en Guanajuato y lograron capturarlo.

- ¡¿Quién es su líder?! -, preguntaban ellos, mientras le golpeaban la cabeza para luego sumergírsela en agua tan caliente que le quemaba los ojos a pesar de tener los párpados fuertemente apretados-. Dinos o morirás -Le dijo una voz tranquilamente mientras escuchaba cómo se amartillaba una pistola.

- Nadie es líder en esta Revolución. El pueblo es el único líder. La Revolución es más que yo o que ustedes. Mátenme y alguien seguirá luchando por esta justa causa -respondía el comandante sin ningún dejo de miedo en su voz aun teniendo ante él el cañón de una pistola apuntándole. Esa fuerza con la que decía "pueblo", era suficientemente aterradora para sus enemigos que nunca se atrevieron a jalar el gatillo. Dos semanas después, la Revolución tomaría ese edificio del ejército y liberarían al comandante, quien regresó lleno de vida para seguir luchando.

Ahora, el comandante no tenía miedo, igual que no lo tenía esa vez que estuvo cerca de morir. Sin embargo, sentía a penas por segunda vez en los más de dos años de lucha que llevaban, que quizá, como dijo ella, el doctor tenía razón.

- ¿Y si tiene razón el doctor? -preguntó ella por segunda ocasión, logrando sacar al comandante de su trance y haciéndolo dudar.

- Esta Revolución está perdida, comandante. La causa está completamente derrotada -había dicho el doctor a penas unos minutos antes, para después dirigirse a la ventana y mirar a una ciudad en lucha.

- ¿Y si tiene razón? -preguntó por tercera vez.

El comandante se le quedó viendo a los ojos y estuvo a punto de quedarse callado, lo cual habría significado la derrota final de la Revolución; de haberse quedado callado, el comandante habría aceptado su destino y esperaría solamente a que llegaran los tanques y los hombres vestidos de verde a matarlos sin oponer resistencia.

De pronto, al ver los ojos de ella, el comandante recordó la primera vez que la vio llegar y cómo se había enamorado perdidamente de su mentalidad ávida de justicia para el país; recordó el rostro fuerte del doctor cuando lo convenció finalmente de luchar; recordó los cientos de "puta madre" que había gritado al viento cuando leía de pobreza, desigualdad y hambre en el país; recordó los 300,000 muertos de la guerra previa a la revolución, las mentadas de madre y habló por fin, con voz más firme que la más firme que jamás le habían escuchado antes:

- Aún así vale la pena seguir luchando -dijo el comandante, dando por hecho que morirían, pero su legado quedaría en los libros de texto, no por sus nombres, sino porque se habrían conseguido, al fin, las dos cosas que faltaban y que eran el estandarte de la Revolución: Justicia y Libertad.

domingo, 16 de enero de 2011

Carta no enviada

Todos tenemos esa cartita escrita en un cuaderno olvidado en el fondo de un cajón en el clóset, debajo de los calcetines; esa que nos sale del corazón un sábado cualquiera por la tarde, cuando está nublado y extrañamos más a ese o esa destinataria y más nos hace falta al lado; esas paginas que quisiéramos enviar, pero que, por alguna razón, se queda en ese cuadernucho al que ya se le cayó la pasta y al que nos da miedo leer por poder volver a sentir aquello que nos llevó a escribir la carta en primera instancia.

Ahora, tras desempolvar un poco mi clóset, transcribo una de esas cartitas inútiles que lo serían menos si se hubiesen enviado.


¡Hola! Empiezo con un "hola" porque no sé qué más decir. O más bien, no sé cómo decirlo. No sé cómo empezar a expresar lo que siento, porque siento que quizá no quiera expresarlo. No sé si quiera escribirlo y, más aún, no sé si quieras tú leerlo. Y todo por miedo, por inseguridad, por estar tan joven y no atreverme a besarte.

Recuerdo que antes platicábamos muy seguido. Recuerdo muy bien las horas que duramos alguna vez discutiendo sobre tonterías y banalidades. Recuerdo tu sonrisa cuando te decía algún cumplido tonto. Éramos cercanos en secreto, amigos en público, amantes en mi corazón.

Creeme que nada ha cambiado desde entonces. Sigues teniendo tu lugar bien apartado en mi corazón, que aún late con fuerza cuando te recuerda, cuando te ve, cuando sabe algo de ti por una foto perdida o un dibujo mío en la tapa de un cuaderno de esos tiempos. Sigue teniendo un espacio muy especial en mis recuerdos, esa tarde cuando aceptaste ir conmigo.

Recuerdo esa noche. Hacía frío; un poco quizá. Platicamos como todas esas otras veces. Quizá tú platicaste más que yo. Suelo hacer eso.

Fue una velada interesante, porque pude ver tu rostro más de cerca que otras veces. Estaba nervioso. Tú también lo estabas, pude notarlo. Nunca lo entenderé, pero lo estabas. Sonreía como un admirador patético de alguien famoso. Te veía quitar tu cabello de tu rostro con la mano y sonreía. Era feliz junto a ti. Lo seré siempre que recuerde tenerte cerca.

Luego, terminó la noche. Te acompañé. Y antes de despedirnos, te vi fijamente. Sabía lo que quería. Sabía que lo esperabas tú también. Me quise acercar para darte un beso en los labios. No era amor insaciable. No era amor implacable, ni incontenible. Simplemente te quería y quería tocar tus labios con los míos para decirte "buenas noches, gracias por estar en mi vida". Y no lo hice.

A la fecha no sé por qué no te besé. No hubiera perdido nada. O, al menos, nada más de lo que ya perdí.

Desde esa noche, prácticamente no hablamos. Nos hemos dirigido la palabra unas tres o cuatro veces y he tratado de muchas maneras que volvamos a reunirnos, aunque sea para saludarte, preguntarte por tu vida y volver a esa distancia que nos separa tanto, sin ser tan grande. No ha habido éxito. Es como si nuestra amistad se hubiera acabado por culpa de esa noche.

Te entiendo, tienes trabajo. Aun así me gustaría saber de ti. Creeme, aún te quiero, y mucho. Te he ocultado mensajes en mis poemas. Búscalos. Ahí estás: entre los versos, inmersa como un factor común. Te extraño.

Lamento si te lastimé. Solamente ha sido mi estupidez, no mi falta de cariño. Si deseas algún día llegar de improviso y saludarme, contarme un poco de tu vida, tomar mi mano aunque sea unos segundos, volveré a sonreír como tonto al ver tus ojos. Volveré a querer besarte... y trataré, en esta ocasión, de hacerlo.

Te extraña con todo el corazón,

Hugo.

lunes, 3 de enero de 2011

Propósitos 2011

Nunca había escrito mis propósitos de año nuevo. Y como quiero que este 2011 sea excelente, empezaré por hacer esta lista:

1. Dejaré de posponer las cosas: Mientras más pronto y rápido sea todo, mejor. Como un curita.
2. Haré ejercicio cuatro veces a la semana, aunque haga calor, frío, sea muy tarde o muy temprano.
3. Desayunaré todos los días: No más gansitos y submarinos para matar el hambre a media mañana.
4. Escribiré una nota, un post en mi blog o una página de algún otro texto al menos cada tercer día.
5. Encontraré un nuevo pasatiempo: El facebook ya no me satisface del todo.
6. Me estacionaré lo más lejos posible para caminar (lo cual NO contará como mi ejercicio del día)
7. Leeré al menos tres libros este año (número estándar para un mexicano): Los libros que tengo a medias no cuentan. Ahora que terminé de leer 'El Símbolo Perdido' tendré que encontrar algún autor que sea tan fácil de leer como Dan Brown.
8. Bajaré de peso. Si los propósitos 2, 3 y 6 no ayudan al respecto, tomaré Fatache o algo así, no me importa.
9. No haré dieta, pero cuidaré más lo que como.
10. Seré más puntual: Importante notar el "más".
11. NO aprenderé a desconfiar de la gente.
Y el más importante:
12. Ayudaré a la gente que me rodea a ser feliz.

Espero que este año cumpla todos ellos :)