miércoles, 9 de marzo de 2011

I realized quickly, when I knew I should...

Antes de comenzar esta nota, debo decir que esto ya lo había hecho mi buen amigo y colega Jorge García Celorio, pero creo que no le molestará que siga su ejemplo.


Veinticinco años se dicen fácil. Todavía recuerdo cuando, teniendo unos diez u once años, mi padre me explicó qué son las elecciones y que a los dieciocho años se puede votar. "Pero tú vas a votar hasta los veinte, porque no hay elecciones sino hasta entonces", me dijo. Me daba cuenta que me faltaban nada más ni nada menos que nueve para llegar allí. Ahora, ya han pasado cinco años de eso, ya voté dos veces y voy por mi tercera. Veinticinco años se dice fácil... se viven fácil.


Durante este tiempo he aprendido muchas cosas de la vida que me han marcado y me han guiado a través de las diferentes decisiones que he tomado (y las que tomaré). Es tonto decir que lo que se vive no le deja enseñanza; un escritor no puede desligarse de lo que ha vivido y siempre plasmará en sus escritos un poco de su vida. Así, en la vida, uno vive de acuerdo con las experiencias que ha adquirido.


De esta forma puedo decir que muchas experiencias y aprendizajes me han marcado y me hacen ser la persona que soy. Bueno o malo, soy quien soy por lo que he vivido y la gente que ha vivido esto conmigo. A todas esas personas les agradezco su cariño y su amistad y debo decirles que es gracias a ustedes que estos veinticinco años han tenido sentido. Por todo esto, quisiera hacer una reflexión sobre mi vida y lo que este cuarto de siglo ha dejado en mí.


Desde muy chico entendí que debe uno aceptar que existen círculos a los que pertenece, lo quiera o no: la familia, los amigos, la relación con la novia, el trabajo, la escuela... Y es importante aprender a darles prioridad. Mi familia, a pesar de ser, quizá, la familia no nuclear más desunida del mundo (mis padres y yo tenemos una excelente relación, pero fuera de ello, son muy pocas las ocasiones en las que convivimos con mis tíos, primos, abuelita, etc.), nos queremos muchísimo y somos la primera prioridad siempre, antes que los demás. Eso nos ha costado relaciones, sin embargo, estoy seguro que ninguno de nosotros nos arrepentimos.


Eso de las prioridades, sin embargo, me complica la vida. Siempre he vivido tratando de cumplir con esos círculos. Si pueden leer, dentro de los círculos, no incluí uno que diga "la relación con uno mismo", porque siempre la dejo al final. Me cuesta mucho trabajo darme tiempo para mí mismo, porque trato de cumplir con todo lo demás antes. Esto normalmente me complica las cosas, pero no me molesta. Así he vivido hasta hoy.


Otra cosa que aprendí desde pequeño es que no hay mejor momento en la vida que cuando ríes con tus amigos a carcajadas. Soy una persona solitaria - a la fuerza al ser hijo único -, pero sé que el pasar tiempo con los amigos es maravilloso.


Aprendí que soy una persona demasiado fría. Es muy difícil llegar a ser mi amigo (realmente amigo). Pocas personas saben lo que pienso y lo que siento, porque nunca aprendí a externar lo que traigo dentro. Mi familia así es y así crecí. Sin embargo, si llegas a ser mi amigo(a), puedes estar seguro(a) que puedes contar conmigo para lo que sea y que, aun cuando no siempre me acuerdo de ti, nunca dejarás ese lugar en mi corazón.


En estos veinticinco años he aprendido que existe gente que se queda en tu corazón aunque no valga la pena y gente en cuyo corazón, a pesar de creer que así fue, nunca dejaste huella. Ese sentimiento es extraño y doloroso, pero es real y creo que todo mundo lo ha sentido. Por otro lado, existe ese sentimiento grandioso de haber trascendido en el corazón de alguien que no esperabas y que logra ser una persona muy importante en tu vida.


Existe una frase que les escribí a mis alumnos hace un año que decía algo parecido a esto: "Si no encajan en un lugar, NO ENCAJAN. La vida es como el tetris". A fuerza de palos he aprendido esto. A veces, uno quiere forzar algo en los sentimientos de los demás, lo cual es inútil (no digo que es tonto, porque todos lo hemos hecho y, la verdad, no es tan malo). No digo que nunca más lo vaya a hacer. Es más, no puedo decir que no lo esté haciendo o lo haya hecho recientemente. A veces, las piezas entran muy a fuerza e, ingenuamente, creemos que siempre es así y siempre lo intentamos, aunque no haya ningún indicio de que sea así. No digo que no hay que hacerlo, simplemente hay que estar preparados para cuando nos demos cuenta de que hay que desistir.


Aprendí a querer mucho. Realmente, si alguna vez te he dicho que te quiero (aun si fue en una borrachera), es porque te quiero y eso nunca muere.


Me gusta escribir y, aunque no puedo decir que lo hago bien, lo hago con la regularidad y he mejorado. He aprendido que no hay manera mejor de compartir lo que uno piensa o siente, que con la palabra escrita. Las palabras orales normalmente se las lleva el viento (Platón, Homero y Pitágoras son excepciones interesantes, pero unas de las pocas), mientras que lo escrito se queda para siempre. En cuanto dé clic al botón de publish de esta nota, lo que haya escrito quedará para siempre en el ciber espacio. Aun cuando lo borre, en algún momento estas palabras dejaron de estar en mi memoria ROM y pasaron a ser parte del universo de bits. De la misma manera, al imprimir un libro (o publicar un cuento), se plasman en papel las ideas y, especialmente cuando regalas una copia, quedan para siempre en un papel que no podras destruir. Si hubiera un trabajo al que quisiera dedicarme es a ser escritor.


La vida me ha enseñado que enseñar es la actividad más gratificante que hay. La posibilidad de influir en las mentes de quienes van a mandar al mundo en un futuro me llena de un entusiasmo que, dudo, encontraría en otra actividad. Si bien, mi profesión soñada es la de escritor, el ser escritor es una actividad egoísta: escribes lo que piensas y ya. El enseñar es un oficio que se comparte con el alumno. El profesor aprende mucho más de los alumnos que los alumnos del profesor y eso, aunque suene cursi, me hace sentir muy afortunado de ser profesor.


Aprendí, aunque, desafortunadamente no he podido ponerlo en práctica, que el haber tenido la vida que he llevado (la familia en la que crecí, las amistades que he recolectado, la educación que he recibido, las herramientas que se me han proporcionado), me obligan a retribuir a la sociedad lo que se me ha brindado. Pienso (y en eso sé que muchos MUCHOS de mis amigos difieren conmigo), que uno no debe ver solamente por sí mismo y que antes de asegurar la libertad en el mundo, se debe asegurar la justicia. Creo firmemente que una persona no puede ser libre mientras no compita en las mismas condiciones con aquellos que deberían de estar a su nivel. No puede ser que se diga que una persona es pobre porque no ha asumido su libertad de ser rico, cuando las reglas de competencia no son lo suficientemente justas como para que pueda asumir esa libertad. Por otro lado, no se puede decir que una persona es libre de hacer lo que quiera, cuando lo que hace afecta a los demás (incluso indirectamente), especialmente cuando esa gente a quien se afecta no entiende que se le está afectando. Algún día quisiera dedicarme a asegurar esa justicia para que todos podamos ser libres.


He aprendido que la gente que lo rodea a uno es la que hace que la vida sea tan maravillosa como es. He aprendido que la distancia es solamente una ilusión y que, gracias a las ventajas de la tecnología, se puede tener una amistad sincera aun con gente que vive en otro continente. Que las amistades más antiguas nunca mueren, si fueron amistades en realidad. Que las amistades nuevas son igual de buenas, pero solamente sabremos si fueron reales al pasar los años. Que uno no conoce realmente el mar si no ha visitado Skagen o ha viajado en barco con sus amigos. Que un fin de semana en Chapala es suficiente para calmar cualquier nostalgia. Que vivo enamorado siempre, pero nunca amando. Espero algún día ser amante, no enamorado.


He aprendido que nunca se deja de aprender y que, el día de mañana, si muero, moriré en paz porque sé que he aprendido lo que he tenido que aprender hasta hoy... pero siempre con ganas de aprender más.

1 comentario:

  1. Es un placer ser parte de los 25 años de una persona tan maravillosa como tú, aunque sea de rato =)

    Gracias por dejarme entrar en esos pequeños círculos!

    Y felices y exitosos futuros 25!!!

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