viernes, 27 de febrero de 2009

¿Y después?


Hace poco tuve la oportunidad de escuchar una canción que se llama "Doscientos años de soledad". Es de un cantautor que se llama Óscar Huerta. En ella, se narra lo que sucedió después de la muerte de los Buendía en el excelente libro "Cien Años de Soledad" (mi novela favorita personal). Interesante idea. Así, después de meditar un poco, me doy cuenta de que es un ejercicio bien chido tratar de imaginar qué hubiera sucedido si se hubiera extendido algún otro libro o una película. No hablo de las segundas partes (aunque, a veces resultan ser excelentes, como en el caso de El Padrino). No. Quizás un poco como fue en el caso de La Historia Sin Fin, película que aborda solamente la mitad de lo que es el libro completo.

OJO: si no has visto La Raíz del Miedo, te recomiendo no seguir leyendo... es muy buena película, como para arruinártela.

Ahora bien, qué pasaría si una película como... no sé, La Raíz del Miedo no hubiera terminado en esa escalofriante escena, donde Aaron le da a entender a Martin que había estado fingiendo su doble personalidad. Martin, interpretado por Richard Gere, no sólo se da cuenta de que habían declarado inocente a un asesino, sino que él se lo había creído, había caído en la trampa de Aaron y, ahora, no podía decir la verdad (una persona no puede ser juzgada por el mismo crimen dos veces, además de que, seguramente Martin sería encacelado por perjurio, ya que ningún juez le creería que no sabía la verdad, perdería el respeto de la sociedad legal de Chicago y, quizás, también perdería su licencia).

Es interesante, en este caso, imaginarse que el filme hubiera seguido. Quizá, Martin iría con el juez a decir la verdad. En ese caso, seguramente las cosas no irían bien para Martin. Perdería, seguramente su empleo, su fama y su seguridad. Sin embargo, en este caso recuperaría su dignidad. Porque, imagínense, si se queda así, tendrá que vivir siempre con la seguridad de que dejó libre a un asesino. Quién sabe qué más podría hacer, ahora ne libertad. Ganó el caso, pero no se hizo justicia.

Es interesante, cierto, pensar qué habría pasado. Es, también interesante, pensar qué sucedió (es diferente, porque el primero supone que algo pudiera haber pasado de manera diferente a como sucedió en realidad, mientras que el segundo trata de imaginar qué sucede después de que se termina una narración). Si bien, la canción Doscientos Años de Soledad no es en sí esta misma idea, sí me puso a pensar en esta posibilidad.

En fin, el link para la canción en Youtube está aquí.
http://www.youtube.com/watch?v=Ilc8pK_2asM

martes, 24 de febrero de 2009

Qué raro es todo...

El otro día me enteré de una noticia. No fue de política ni de economía. Ni siquiera fue de deportes. Fue una noticia de vida. Y, como la mayoría de las noticias, llegó de golpe, sin darme cuenta, sin esperarla ni un poco. Me enteré de una ruptura, un desprendimiento, un adiós.

Ese tipo de adioses hace mucho que no me tocan. De hecho, una de las parte involucradas en esa desunión estuvo involucrada en ese último adiós al que me refiero. Tú, rompiste con él, mi amigo de antes de conocerte, tu novio después de irte, de irnos.

Cuando iniciaron su noviazgo, lo acepté, porque no podía hacer otra cosa: ya no éramos nada y nunca más lo seríamos (los dos estábamos de acuerdo en ello, aunque acordamos, inútilmente al parecer, ser amigos). Sin embargo, siempre hubo un sentimiento extraño, como una punzada al verlos juntos. Y no es que no te deseara felicidad; al contrario, eres(as) mi amiga, también, y, como te dije una vez, el cariño nunca muere. No es que no le deseara felicidad a él, tampoco. Era el verlos juntos lo que me generaba un sentimiento extraño aquí en mi panza, donde alguna vez hubo mariposas por ti.

Era raro cuando te veía, porque ya no ibas a verme a mí (elegiste a un compañero de carrera, ¡Qué original!). En una ocasión, había alguien de tu misma complexión parada de espaldas adonde yo estaba. Por un momento, mi subconsciente imaginó que había viajado en el tiempo dos años atrás, cuando hubieras estado esperándome y mi instinto me hizo querer, por ese instante, ir hacia ti y abrazarte.

Tampoco puedo decir que te extrañe. Te quiero y no lo puedo negar, el corazón es así: nunca olvida. Sin embargo, no son ganas de volver contigo lo que siento; es la soledad. La pinche soledad: esa hija de perra que por las noches se vuelve insoportable.

Antier fue tu cumpleaños y, como desde que te conocí, te felicité. Con motivo de esto, decidí revisar mi correo electrónico y ver lo que te había escrito hace un año. Así, leí un mensaje que me enviaste hace mucho tiempo, justo cuando habíamos terminado, donde me decías que querías ser mi amiga, me pedías perdón por los errores (cometidos por los dos), que llevaron al fin de nuestra relación amorosa y por haberme atacado después de cortar, al punto de que personas que me conocían y eran mis amigos, dejaron de hablarme por quién sabe qué cosas que les habías dicho sobre mí.

"¡Menuda definición de amistad!", pensé. Desde hace buen tiempo no sé de ti. No es que me importe... ¿O sí? Ya no lo sé. Qué raro es todo. Me hubiera gustado seguir sabiendo de ti. Y, ahora que sé que ya no están juntos, me hubiera gustado saber cómo estabas, si podía hacer algo por ti, si necesitabas un amigo... No fui bienvenido en tu nuevo presente. Ni modo.

Feliz Cumpleaños, es lo único que puedo decir ahora. Cada año, recibirás mi correo. Cada año esperaré el tuyo. Ojalá que, cuando lo reciba, esté menos solo que ahora, que hasta ganas me dan de escribir sobre ti.

lunes, 23 de febrero de 2009

Una tentación difícil de ignorar...

Hace tiempo que me había llegado la curiosidad por tener un blog. Es inútil luchar contra la naturaleza: escribir simplemente me llama. No puedo evitarlo. ¡Me encanta!

A través de este espacio, trataré de expresar mis sentimientos y puntos de vista sobre aspectos de mi vida, de lo que suceda en mi entorno, mi país, mi mundo. Espero que quien me haga el honor de leer mis entradas, salga complacido por lo que leyó, interesado por el tema, movido de alguna forma o, mejor aún, con ganas de más.

No puedo decir que soy muy disciplinado y escribiré diario, ni que tendré tiempo o humor para hacerlo, pero sí prometo que, en cada entrada, en cada línea, en cada palabra, daré lo mejor de mí para que sea una página amena para el lector.

Ahora, he caído en esta tentación de tener un blog. Espero que sea de calidad y que presente siempre lo mejor de mí.