martes, 31 de mayo de 2011

Nadal, el malquerido


Hace algún tiempo, contrariado, el tenista español (seguro se enojará si digo que es español, pero, para todo el mundo, la gente nacida en España se llama así) Rafael Nadal, reclamó al público de Roland Garros la actitud que suele tener hacia él: vitoreando con fuerza los aciertos de sus rivales y siendo poco corteses con él. Esta situación es muy común en casi cualquier torneo que juega. Normalmente es el niño que nadie pela, que a todos les cae gordo, que pocos lo toman como su jugador favorito y que muchos, secretamente o no tanto, quieren que pierda.

Es difícil entender por qué sucede esto. Y es difícil porque podría parecer que da más razones para ser el favorito de todos: tiene un juego que pocos contrincantes pueden descifrar, lo cual lo hace casi invencible (sólo Novak Djokovic parece haberle agarrado la mano al chango), es el número uno del mundo, el jugador más joven en lograr el Career Grand Slam (ganar los cuatro torneos "grandes" en su carrera), entre otras maravillas. Y, a pesar de todo, es el apestado.

Mi papá, un gran conocedor, jugador y fanático del tenis, me preguntó una vez, en un tono más de lástima hacia el manacorí (así no se enojaría), por qué será que nadie lo quiere. "Pocas veces reclama, cuando hay una bola dudosa a favor de un contrario se l
a da por buena, si pega una bola y la gana de suerte pide perdón, sus declaraciones siempre son para alabar a sus contrarios... parece como que no hay razón." Realmente parece que no la hay.

Recuerdo las primeras veces que lo vi jugar. El primer partido que recuerdo de él, fue la semifinal de Roland Garros 2004, cuando venció a Federer. Era número cuatro del mundo y Federer ya era número uno, el favorito y querido de la afición que es. Fue una sorpresa. Recuerdo cuando lo vi, con sus pantalones pesqueros, su playera sin mangas, su banda en la cabeza, su pelo largo, su jalada de calzón y acomodada de calcetines (la cual ha borrado de su repertorio de compulsiones) y pensé para mis adentros "Ese cuate
es un mamón."

Y realmente es un mamón dentro de la cancha, el tipo. Creo que en eso recae la tirria que mucha gente le tiene. Es alguien que muy difícilmente puedes pensar que podría llegar a ser tu amigo. No te puedes identificar con él, como puedes hacerlo con Djokovic, Federer, Roddick o chavas como Maria Sharapova, Caroline Wozniacki, Kim Clijsters o Li Na. No es alguien que invitarías a tu fiesta de cumpleaños a cotorrear. Parece que no sabe divertirse.
Nadal llega a los partidos, con su maletota, sus tenis hechos a la medida, su banda bien atada a la cabeza y sus dos pinches botellitas de agua. Quien no lo ha visto jugar, no entendería por qué me desesperan. Sucede que, cuando toma agua, toma de ambas botellas y las deja siempre en el mismo lugar y al mismo nivel. No tengo la menor duda de que Nadal tiene DOC (Desorden Obsesivo-Compulsivo). El botar tanto la bola como lo hace (nunca menos de diez veces), acomodarse el cabello, el calzón, antes las medias, ahora escupir, el acomodar sus botellas, son síntomas claros de algún problema que tiene. No me las doy de psiquiatra, solamente que no se puede negar lo que se ve.

Cuando el juez de silla llama a los jugadores para el volado, Nadal va al centro y se mueve como boxeador TODO EL RATO. He cachado a más de algún contrincante haciendo una fabulosa y priceless cara de WTF. Luego, cuando va a calentar, se va corriendo a toda velocidad hacia el fondo de la cancha. Parece toro recién salido al ruedo. Quizá es esa la razón del logo que le hizo Nike para patrocinarlo. Esa misma corretiza agarra cuando ya van a jugar, cada cambio de cancha.

Su casi hiperactividad que muestra antes de jugar es totalmente contradictoria con su comportamiento ya dentro del partido. Rafa dura HORAS para sacar. Por su botar tanto la bola, acomodarse tanto el calzón y escupir tanto, parece que no le pasa el tiempo. Discúlpenme, pero eso, ¿qué chingados? La pobre gente que pagó un dineral por ver su partido va a ver tenis, no compulsiones de un mamoncillo (que resulta ser el mejor jugador del mundo en la actualidad). Eso, en el solazo de París, se traduce en un descontento del público. Quizá no es muy explícito, pero se nota.

Cuando festeja, en lugar de hacer un ademán de gusto como cualquier otro, hace un pote con su brazo, para mostrar su musculatura y "demostrar" que es superior a su rival. Cuando gana, a diferencia de gente como Agassi (que, paradójicamente odiaba jugar tenis), Federer, Djokovic o Sharapova, quienes hacen reverencias hacia la gente que los va a ver, Nadal se tira al piso para celebrar muy hacia sí mismo su victoria.

Nadal es introvertido, pero de una manera arrogante. A esto, hay que agregarle el hecho de que ha vertido algunas declaraciones desafortunadas, como decirle Sudaca (expresión peyorativa de los españoles a los sudamericanos) a Gaudio (quien tampoco es un pan de Dios) o decir que las mujeres no deberían ganar lo mismo que los hombres en los torneos.

Nadal es un jugadorazo. Desde muy pequeño fue entrenado para ser el mejor, al grado de que, si nunca se han fijado, es un derecho natural hecho zurdo para jugar. Sin embargo, es un mamón y eso le ha hecho estar peleado con la masa, quienes prefieren que le ganen. Corean los nombres de sus contrincantes y esto, como una vez dijo él mismo, duele.

Nadal es el malquerido del tenis. El mejor jugador del mundo, pero el menos favorito.

domingo, 22 de mayo de 2011

12:50, press Return


Nunca he encontrado un ejemplo cinematográfico más claro sobre "tomar decisiones", que esa escena fabulosa en "PI, el orden del caos", cuando Max, el personaje principal, tras haber alimentado en su computadora, una serie de datos muy larga, a un algoritmo que llevaría, posiblemente, a entender un poco el caos en el universo, duda antes de oprimir el botón de ENTER.

Muchas veces estamos sentados en una mesa de un café frente a una hermosa mujer y dudamos antes de decirle "Te quiero"; o hemos maquinado todo un plan de vida y una propuesta y dudamos antes de presentársela a una persona involucrada en ésta; o dudamos más adelante, antes de contar ese plan de vida a una persona querida que se verá afectada por ese proyecto.

Muchas veces, estamos frente a la computadora y, tras escribir un correo larguísimo o un comentario en un chat que puede ser importante, dudamos antes de oprimir "enviar", mientras vemos con dolor cómo se burla de nosotros esa línea vertical parpadeante al final de nuestro texto.

Muchas veces tenemos marcado un número telefónico y dudamos antes de presionar el botón verde de enviar.

Muchas veces, sólo dudamos... Y, a veces, también, no hacemos lo que deseamos con todo el corazón hacer aunque dudemos. Y es cuando nos arrepentimos.

Me atrevo a asegurar que ninguno de nosotros se ha arrepentido de haber presionado el botón de "enter" en esos momentos.

12:50, press Return.




domingo, 15 de mayo de 2011

Asombrarse

Con el pasar del tiempo, la capacidad de asombro se va perdiendo. Yo siempre he creído que uno envejece cuando ha perdido esa fría electricidad que recorre la piel cuando uno presencia un evento o situación inesperada.

El asombro puede darse al descubrir que la vida realmente es como un partido de futbol infantil. Hay quienes hacen su mayor esfuerzo, pero simplemente están jugando en una categoría superior. Hay quienes juegan en ventaja por, precisamente, participar en una categoría inferior a la que deberían y, basta conque se den cuenta para decidirse a cambiar o quedarse estancados en esa posición cómoda del cachirul. Pero, perdidos entre el montón de chiquillos que corren detrás del balón, se encuentra a un grupo selecto de cracks que corren, pelean, cabecean, meten, se desmarcan, disparan... Pareciera que por sí solos podrían ganar los partidos. Pero no es así. En el futbol, como en la vida, esa gente talentosa necesita de sus compañeros, de su entrenador, de su público, para lograr vencer.

Así, pues, es sólo así, respaldados por todo su equipo (incluso sus compañeros menos hábiles) que, al final de todo, a pesar de las adversidades, soportando los leñazos de los defensas contrarios, esos Pelés, esos Maradonas, esos Messis, pueden, antes del silbatazo final, anotar el gol de la victoria.


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viernes, 13 de mayo de 2011

Respira

Es curioso cómo hay momentos en la vida que nos quitan el aliento. Sean buenas o malas, estas situaciones nos hacen perder por un momento la capacidad de respirar. Puede ser el influir en el futuro de un alumno al pasarlo o reprobarlo en una materia; el mirar una injusticia; puede ser pensar en una mujer bella a quien deseas o llenar un formato que se debe rellenar correctamente a la primera. Siempre tenemos esos momentos que nos asfixian, nos ahogan y no nos permiten respirar. Casi a diario nos enfrentamos con este momento y nos obliga a buscar nuevas alternativas para solucionar eso que nos hizo ponernos al borde de un desmayo. A veces, sólo a veces, está en nuestras manos la solución. A veces, sólo a veces, lo único que nos falta es escucharnos a nosotros mismos cuando nos decimos "¡Respira!"


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